¿Qué provoca tu alabanza?

“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”. (HECHOS 16:25)

Ellos estaban encarcelados, pero no se sentían presos.
Sus almas se encontraban en plena libertad.
Sus corazones le adoraban con más devoción que nunca.
Sus mentes meditaban solo en las grandezas de Dios.
Ellos sabían que estaban allí con un propósito específico.
Por eso mientras las cadenas trataban de atarlos, ellos podían cantar hermosas melodías para Dios y los demás prisioneros los escuchaban.