Los 10 mandamientos del noviazgo cristiano
Sin sacrificio no hay beneficio
Como esponjitas
La fuerza para que los hijos caminen cerca del Señor son los padres
Como Tomar Decisiones Importantes por Patrick Morley
La mujer como suegra y nuera
“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a donde quiere que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”.
El texto seleccionado, es uno que generalmente leemos en todas las invitaciones que recibimos de parte de los novios que nos invitan a la celebración de sus nupcias. Con mucha felicidad y alegría nos entregan su bonita invitación, esperando contar con nuestra presencia. Ya en la ceremonia, el día de la boda, el pastor toma este mismo versículo y basa en él su sermón, entregando una serie de consejos para que ambos sean todavía más felices que lo que ya han sido durante su noviazgo.
Edificar la vida en pareja
La pareja fusión
El amor romántico, como bien sabemos, inspira a los creadores; basta pensar en los héroes de la no¬vela o del celuloide. Es estupendo vivir ese amor: ¡Dichosos los que lo experimentan! Pero la realidad se encarga pronto de cortarles las alas a los enamora¬dos. Ese amor no es más que una etapa hacia otro tipo de amor.
El amor romántico engendra la pareja fusión. Lo que cuenta es el nosotros; se aspira a formar un solo ser; una sola persona; a suprimir toda distancia. La pareja se repliega en su afecto.
Un matrimonio sensible al llamado de Dios
Lectura bíblica: Jueces 13
Manoa y su esposa son un matrimonio especial en la historia de la nación de Israel, ellos son los padres de Sansón, el hombre más fuerte que jamás haya existido. Pero para saber exactamente lo que el Señor tenía preparado para ellos y su hijo era necesario que ellos fueran sensibles a la divina voluntad, dicha sensibilidad se caracteriza por lo siguiente:
I.- SON RECEPTIBLES A LA VOZ DEL SEÑOR (vrs. 3-5).
La esterilidad de la mujer de Manoa era un tremendo problema para ella como persona, esposa y mujer
¡Los cristianos no tenemos lenguaje sexual!
Existen tres niveles del lenguaje para hablar y entender la sexualidad humana.
Primero, el nivel del lenguaje científico. En el lenguaje científico, el órgano sexual masculino se llama pene. Si queremos un sinónimo científico del pene, tendríamos que decir “aparato reproductor”. El mismo fenómeno se aplica al órgano sexual femenino que en el lenguaje científico se denomina vagina.