Archive for the ‘Sermones’ Category

¿Cómo superar las dificultades?

miércoles, noviembre 9th, 2016

Introducción: Todos enfrentamos diferentes momentos de crisis, y todos tenemos diferentes reacciones. Por ejemplo Moisés cuando debía hablarle a la roca la golpeó, y esto trajo tristes consecuencias para él (vemos en Moisés el enojo ante la crisis). Ante la persecución de Jezabel Elías el profeta quería morirse (Elías experimentó la depresión ante la persecución), y Jonás ante la encomienda de ir a predicar a Nínive huyó a Tarsis. Dios desea que ante cada situación de nuestra vida podamos depender de él y tomar decisiones correctas que nos permitan ver su gloria…

¿CÓMO SUPERAR LAS DIFICULTADES?

1) Ante las dificultades el ser humano reacciona de maneras diversas.

Nota: El capítulo 14 de Éxodo nos relata la persecución del faraón y su ejército contra los hebreos, después que derrotado por la mano de Dios los tuvo que dejar salir de Egipto. Cuando Israel mira atrás y ve venir a faraón, tiene varias actitudes ante esto, pues además tenía al frente el mar rojo, leamos Éxodo 14:10-12 donde vemos que los israelitas:

a) “Temieron en gran manera” = miedo
b) “Clamaron a Jehová” = clamor, oración
c) “Dijeron a Moisés: era mejor haber muerto en Egipto” = deseos de morir.

Nota: La verdad es que éste comportamiento, mezclado de miedo, clamor y fracaso, ha sido el nuestro en muchas ocasiones, cuando enfrentamos la presión del enemigo, los numerosos obstáculos y/o la incertidumbre del futuro, vemos entonces que no hay mucha diferencia entre el comportamiento de ellos y el nuestro. Te invitamos a leer: “La caída del apóstol Pedro”.

2) La firmeza ante la adversidad es alimentada por la confianza en Dios (Éx. 14:13a).  

Nota: El miedo hace que la persona huya, se desanime, renuncie (la persona entra en una crisis emocional y de fe). La seguridad y confianza de Moisés es un ejemplo digno de imitar hoy día, él dice: “No temáis, estad firmes”, frase que una y otra vez se repite en la Biblia, en diferentes tiempos, diferentes circunstancias y con diferentes héroes de las Escrituras, pues el temor y la fragilidad son componentes que no podemos excluir de la naturaleza humana, pero cual Moisés, quien conoce a su Dios se esforzará y actuará, confiará en la providencia soberana de su Dios.

3) Debemos mirar con los ojos de la fe (Éx. 14:13b).

Nota 1: Los ojos naturales veían al enemigo venir a destruir a todo el pueblo de Israel. Moisés invita al pueblo a “ver la salvación que Jehová hará hoy”. Solo los ojos de la fe pueden ver al Invisible, solo éstos ojos pueden ver el milagro antes de ser manifestado en lo natural, con éstos ojos fue que “Moisés se sostuvo como viendo al Invisible”. Debemos tener presente siempre que cuando caminamos por el sendero que Dios ha trazado para nuestra vida, él también va caminando con nosotros para animarnos, fortalecernos y hacernos testigos de los milagros en el camino.

Nota 2: Tal vez tu veas con los ojos naturales que todo se acaba, que todo se viene abajo, pero debes mirar con los ojos de la fe que ven a Dios por encima de todos los problemas, los ojos que lo ven vencedor en todo, son los ojos que ven la salvación de Dios (El Señor los había librado de Egipto, y también lo haría ahora frente al mar rojo).

4) Es Dios quien pelea por su pueblo (Éx. 14:14a).  

Nota: Ahora veamos que frase tan impresionante: “Jehová peleará por vosotros”, recordemos que Israel venía de ser esclavo, no era gente de guerra, pero Dios mismo pelearía por ellos. Es interesante que también la Biblia, presenta a nuestro Dios como “Jehová de los ejércitos”, imagínate por un momento su inmenso poder, tanto es así, que según Apoc. 20:1-2, Dios envía “un solo ángel” con una cadena en su mano y Satanás es atado por mil años y lanzado al abismo. Esto nos lleva a pensar: si un solo ángel es poderoso, cuanto más su ejército, entonces imagínate cuán grande es el poder de nuestro General.

5)  La paz es un anexo de la fe (Éx. 14:14b).

Nota: Ante esta verdad (“Dios pelea por su pueblo”), Moisés le dice a Israel: “vosotros estaréis tranquilos”. Claro en ese momento el mar no se había abierto y faraón con su ejército se acercaba, pero la tranquilidad de nuestro corazón debe reposar en el poder de nuestro Dios, y no en las circunstancias que nuestros ojos naturales puedan ver. Podemos estar tranquilos, Jesús dijo: “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”. Antes sus propios ojos Dios hace un milagro e Israel cruza el mar rojo. Poderoso es Dios para darnos la victoria sobre lo que antes era imposible y cuando no hay posibilidades.

6)  Renuévate en la presencia de Dios (Salmo 92:10): «Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco«.

Nota: Con frecuencia en la carrera cristiana aparece la fatiga y el cansancio por los obstáculos y problemas a superar. El desgaste en la vida también aparece por diversas situaciones y problemas, pero Dios es nuestra ayuda y fortaleza. Es Dios quien  multiplica nuestras fuerzas cuando éstas se acaban, es él quien te sostiene de su mano cuando crees que vas a caer.

También nos dice el texto bíblico que el nos unge con aceite fresco, esto indica que el aceite se envejece y debe ser cambiado, cuando esto no se hace todo empieza a funcionar mal. Es necesario ir a Dios y retomar la visión y propósito de vida. En Su presencia todo nuestro ser recibe lo nuevo de él y podemos avanzar hacia su plan.

Conclusión: Ante las dificultades y obstáculos, debemos recordar y confesar el poder y grandeza de Dios, debemos mirar con los ojos de la fe, Dios es nuestro protector y proveedor, confía en él, solo avanza por el camino que te ha trazado, él va delante.

Fuente: www.estudiosysermones.com

10 pasos para elaborar un sermón efectivo. Parte I

jueves, noviembre 5th, 2015

Introducción:

A. ¿Qué es la predicación?

1. “La predicación es la comunicación de la verdad por un hombre a los hombres”.

2. “La predicación es la presentación de la verdad a través de la personalidad” (El Sermón Eficaz, Pág.19,20).

B. Todo predicador y maestro debe querer mejorar su predicación.  A continuación, veamos tres razones porque debemos desear mejorar nuestra predicación:

1. Porque son muy pocos los que saben predicar bien.  “Pocos de los sermones que se predica cada semana en el mundo, son realmente buenos, pero esto no nos excusa ni debe desanimarnos; debemos predicar lo mejor que nos sea posible, esforzándonos para llegar a la excelencia” (Tratado sobre la predicación, 22).

2. Porque la predicación es el medio que Dios ha seleccionado para comunicar el mensaje de salvación y debemos predicarlo en la mejor manera posible.  “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Co.1:21).

3. Porque la predicación mal hecha ha causado que muchas personas  pierdan su alma.

C. Razones por las cuales copiar sermones y bosquejos es mal   costumbre:

1. Porque un sermón hecho personalmente sale mejor que un sermón copiado de un libro de bosquejos.

2. Porque el predicador debe saber estudiar la Biblia por sí solo.

I. Paso Uno: Seleccione un Tema.

A. “Definamos el tema como la materia de que se trata en el sermón; la idea central del sermón; el asunto presentado en el sermón” (El Sermón Eficaz, 95). El tema consiste de una sola palabra y nos explica cuál es el asunto general o básico del sermón.

B. Cómo escoger un Tema adecuado para los oyentes

1. Escoja un tema que la congregación necesita escuchar.

a. “El predicador tiene que descubrir las necesidades espirituales, los conflictos, y los problemas de los miembros a quienes predica” (Preaching: Man and Method, 54).

b. Las necesidades espirituales de la persona son muchas; por lo tanto no debe ser difícil hallar un tema apropiado para su sermón.

2. Escoja un tema que usted mismo necesita y que a usted le interesa.  A veces las dificultades que usted tenga pueden ser las mismas que tengan los miembros.

II. Paso Dos: Desarrolle el Título

A. El título es el nombre del sermón.

1. “El título es el nombre que se le da al sermón, o sea el encabezamiento” (El Sermón Eficaz, 96).

2. “El título es una frase que encierra el tema, pero tiene como propósito llamar la atención e interesar a la gente en lo que se va a presentar” (La Escalera de la Predicación, 29).

B. Funciones del Título:

1. El título limita el tema.  El tema es tan general que es necesario especificarlo.  Por caso, el tema “Iglesia”, puede ser convertido en un título tal como “El Establecimiento de la Iglesia”.

2. El título de un bosquejo debe ser interesante y atractivo.

a. No debe ser un título largo, porque ellos aburren y son difíciles de recordar.  “Además un buen título será breve.  Por regla general no debe contener más de cuatro o cinco términos importantes” (El Sermón Eficaz, 96)

b. Debe ser un título que despierta interés en el tema y debe causar en los oyentes el deseo de oír el sermón.

C. Diferentes clases de título

1. Títulos con una o dos palabras importantes.  Por ejemplo, en el título “El Sufrimiento de Jesús” las palabras “Sufrimiento” y “Jesús” son importantes.

2. Títulos que son mandatos.  Por ejemplo, en el título “Ama a tu Prójimo”, nos es mandado que amemos al prójimo.

3. Títulos que hacen preguntas.  En el título “Por Qué Debemos Orar?” nos están haciendo una pregunta.

4. Títulos que sólo hacen declaraciones.  En el título “La Obediencia es Mandada”, sólo nos están declarando un hecho.

III. Paso Tres: Identifique el Propósito

A. La Definición del propósito:

1. El propósito es la meta que usted desea alcanzar con su sermón.

2. El sermón sin propósito escrito es como una flecha disparada al aire, sin puntería.

B. La Importancia del Propósito. “Cada Sermón debe tener a la vista una meta clara.  Antes de sentarse a preparar su discurso, el predicador debe preguntarse a sí mismo: ¿Cuál es mi propósito en este sermón?  Y no debe dar un solo paso más sino hasta haber formulado en su mente una contestación definida a esta pregunta” (El Sermón Eficaz, 57).

C. Es indispensable escribir el propósito de su sermón.

1.”Para cada sermón que el predicador prepara, debe haber un propósito escrito que sea claro y conciso” (Preaching: Man and Method, Pág.75).

2. “Formulemos con claridad el fin que perseguimos.  Empuñemos la pluma y para desterrar todo peligro de ambigüedad, notemos en el papel cual es nuestro propósito” (El Sermón Eficaz, 57).

3. “A la cabeza de su borrador puede escribir este propósito” (La Preparación de Sermones Bíblicos, 112).

D. La Función del propósito.  El propósito es para que el predicador sepa claramente lo que quiere lograr con el sermón que va a presentar.

E. El Propósito tiene que empezar con la palabra, “Quiero”.

IV. Paso Cuatro: Haga la Pregunta Principal.

A. La pregunta principal es la interrogante que el sermón debe contestar.

B. La pregunta principal siempre debe empezar con una de estas palabras: ¿qué, cuándo, dónde, por qué, quién, cómo, cuál?

C. La pregunta principal no se debe escribir en la pizarra, sino solamente en su sermón.

V. Paso Cinco: Elabore los Puntos Mayores

A. Los puntos mayores son respuestas a la pregunta principal. Por ejemplo si la pregunta principal es: “¿Para qué es el bautismo?”, entonces los puntos mayores deben ser las respuestas a esta pregunta.

B. A continuación, veamos los puntos mayores de un sermón llamado “Ofrendas Que Cuestan” y su pregunta principal: ¿Qué son algunas ofrendas que nos cuestan?:  I. El Dinero que damos a Dios y a los demás. II. El Tiempo que apartamos para leer la Biblia, para ir al  culto, y para orar diariamente. III. La Relación que perdemos con nuestros amigos y parientes, cuando nos hacemos cristianos.

Fuente: www.iglesiadecristo.org

La Biblia probada y comprobada, Charles Spurgeon. Parte II

martes, septiembre 15th, 2015

Por otro lado, quienes se deleitan con la predicación de deberes, pero no le dan importancia a las doctrinas de la gracia, están igualmente equivocados. Ellos dicen, «Valió la pena escuchar ese sermón, pues tiene que ver con la vida diaria.» Me agrada mucho que piensen así; pero si, al mismo tiempo, rechazan otras enseñanzas del Señor, tienen serias fallas. Jesús dijo: «El que es de Dios, las palabras de Dios oye.» Me temo que si consideran que una porción de las palabras del Señor son indignas de su consideración, no son de Dios. Amados hermanos, nosotros valoramos las palabras del Señor en toda su extensión. No hacemos de lado las historias, como tampoco las promesas.

«Voy a leer las historias de Tu amor,
Y guardar Tus leyes a la vista,
En tanto voy a recorrer todas las promesas
Con un deleite siempre lleno de frescura.»

Sobre todo, no caigan en la semiblasfemia de algunos, que consideran al Nuevo Testamento grandemente superior al Antiguo. No quisiera errar afirmando que en el Antiguo Testamento encuentran más lingotes de oro que en el Nuevo, pues de esa manera caería yo mismo en el mal que condeno; pero esto diré: que son de igual autoridad, y que proyectan tal luz el uno al otro, que no podríamos pasar por alto a ninguno de los dos. «Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.» En todo el Libro, desde Génesis hasta Apocalipsis, se encuentran las palabras de Jehová y siempre son palabras limpias.

Tampoco es correcto que alguien diga: «Así habló el propio Cristo; pero tal y tal enseñanza es de Pablo.» No, no es de Pablo; si está registrada aquí, es del Espíritu Santo. Ya sea que el Espíritu Santo haya hablado por Isaías, o Jeremías, o Juan, o Santiago, o Pablo, la autoridad es siempre la misma. Aun en lo relativo a Jesucristo nuestro Señor, esto es cierto; pues Él dice de Sí mismo: «la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.» En este asunto Él se pone al nivel de otros que actuaron como la boca de Dios. Además dice: «Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.»

Nosotros aceptamos las palabras de los apóstoles como palabras del Señor, recordando lo que dijo Juan: «Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.» (1 Juan 4: 6). Así, un juicio solemne es pronunciado sobre quienes quieren poner el Espíritu de Jesús contra el Espíritu que habitó en los apóstoles. Las palabras del Señor no se ven afectadas en su valor por el medio a través del cual vinieron. Toda la verdad revelada es de la misma calidad, aun cuando algunas de sus porciones no tienen el mismo peso metálico.

Guiándonos por el texto, a continuación observamos la pureza de las palabras del Señor: «Las palabras de Jehová son palabras limpias.» En el comercio hay diferentes tipos de plata, como todos ustedes saben: plata impura y plata libre de metales inferiores. La Palabra de Dios es plata sin escoria; es como plata que ha sido purificada siete veces en un crisol de tierra en el horno, hasta haberla despojado de toda partícula sin valor: es plata absolutamente limpia. Jesús dijo: «Tu palabra es verdad.»

Es verdad revestida de bondad, sin mezcla de mal. Los mandamientos del Señor son justos y rectos. Hemos escuchado ocasionalmente a algunos oponentes que censuran ciertas expresiones toscas utilizadas en la traducción que poseemos del Antiguo Testamento; pero la tosquedad de los traductores no debe atribuirse al Espíritu Santo, sino al hecho que la fuerza del idioma inglés ha cambiado, y algunas expresiones que eran muy usadas en un determinado período, se volvieron demasiado groseras en otros períodos. Sin embargo, voy a afirmar esto: que nunca he conocido a una sola persona a quien las palabras de Dios, por sí mismas, le hayan sugerido algo malo. He escuchado que se han dicho muchísimas cosas terribles, pero nunca me he encontrado con ningún caso en el que alguien haya sido conducido a pecar por un pasaje de la Escritura.

Las perversiones son posibles y probables; pero el Libro mismo es eminentemente puro. Se dan detalles de actos de criminalidad crasa, pero no dejan en la mente una huella que lesiona. La más triste historia de la Santa Escritura es un faro, y nunca un señuelo. Este es el Libro más limpio, más claro, más puro, que existe entre los hombres; es más, no se debe listar conjuntamente con los fabulosos registros que pasan por libros santos. Viene de Dios y cada palabra es limpia.

Es también un libro puro en el sentido de verdad, siendo sin mezcla de error. No dudo en decir que yo creo que no hay ningún error en el original de las Santas Escrituras, de principio a fin. Puede haber, y hay, errores en las traducciones, pues los traductores no son inspirados; pero inclusive los hechos históricos son correctos. La duda ha sido arrojada sobre ellos aquí y allá, y algunas veces con gran despliegue de razón: duda que ha sido imposible responder por algún tiempo; pero tan solo den suficiente espacio, y suficiente investigación, y las piedras sepultadas en la tierra gritarán para confirmar cada letra de la Escritura.

Viejos manuscritos, monedas, e inscripciones, están del lado del Libro, y contra él no hay nada sino sólo teorías, y el hecho que muchos eventos en la historia no tienen otro registro sino el que la propia Biblia nos suministra. El Libro ha estado recientemente en el horno de la crítica; pero mucho de ese horno se ha enfriado debido a que la crítica misma es despreciada. «Las palabras de Jehová son palabras limpias»: no hay ningún error de ningún tipo en toda su extensión. Estas palabras provienen de Aquél que no puede cometer errores, y que no puede tener el deseo de engañar a Sus criaturas.

Si yo no creyera en la infalibilidad del Libro, preferiría no contar con él. Si yo fuera a juzgar el Libro, él no sería mi juez. Si fuera a tamizarlo, como el cúmulo de granos que van a ser trillados, e hiciera esto a un lado y únicamente aceptara aquello, de conformidad a mi propio juicio, entonces no tendría ninguna guía, a menos que fuera lo suficientemente arrogante para confiar en mi propio corazón.

La nueva teoría le niega infalibilidad a las palabras de Dios, pero prácticamente se la concede a los juicios de los hombres; por lo menos, esta es toda la infalibilidad que pueden concebir. Yo protesto que prefiero arriesgar mi alma con una guía inspirada del cielo, que con líderes que altercan y que se levantan de la tierra al llamado del «pensamiento moderno.»

Además, este Libro es puro en el sentido de confiabilidad: no tiene en sus promesas ninguna mezcla de fallas. Observen esto. Ninguna predicción de la Escritura ha fallado. Ninguna promesa que Dios haya dado, resultará ser mera palabrería. «El dijo, ¿y no hará?» Tomen la promesa como el Señor la dio, y la encontrarán fiel a cada jota y tilde de ella. Algunos de nosotros no tenemos el derecho de ser llamados «viejos y de cabellos canos,» aunque las canas son bastante conspicuas en nuestras cabezas; pero hasta este punto hemos creído en las promesas de Dios, y las hemos probado y comprobado; y ¿cuál es nuestro veredicto? Yo doy solemne testimonio que no he visto una sola palabra del Señor caer a tierra.

El cumplimiento de una promesa ha sido algunas veces demorado más allá del período que mi impaciencia hubiese deseado; pero la promesa se ha cumplido en el momento preciso, no únicamente al oído, sino también en obra y en verdad. Tú puedes apoyar todo tu peso sobre cualquiera de las palabras de Dios, y te sostendrán. En tu hora más oscura puedes estar desprovisto de velas pero cuentas con una sola promesa, y sin embargo esa luz solitaria convertirá tu medianoche en un brillante mediodía. Gloria sea dada a Su nombre, las palabras del Señor son sin mal, sin error, y sin fallas.

Además, bajo este primer encabezado, el texto no habla únicamente del carácter uniforme de las palabras de Dios, y de su pureza, sino de su preciosidad. David las compara con plata refinada, y la plata es un metal precioso: en otros lugares ha comparado estas palabras con oro puro. Las palabras del Señor pudieran haber parecido comparables al papel moneda, tales como nuestros cheques; pero no, son el metal mismo. Yo recuerdo la época cuando un amigo nuestro solía ir a los condados occidentales, de una finca a la otra, para comprar queso, y tenía el hábito de cargar con muchas monedas, pues había descubierto que los granjeros de ese período no aceptaban cheques, y ni siquiera querían mirarlos; pero estaban más prestos a vender cuando veían que se les iba a pagar en metálico, hasta el último centavo.

En las palabras de Dios tienes el sólido dinero de la verdad: no es ficción, sino la sustancia de la verdad. Las palabras de Dios son como lingotes de oro. Cuando las tienes empuñadas por la fe, tienes la sustancia de las cosas esperadas. La fe encuentra en la promesa de Dios la realidad de lo que busca: la promesa de Dios es tan buena como su propio cumplimiento. Las palabras de Dios, ya sean de doctrina, o de práctica, o de consuelo, son de metal sólido para el hombre de Dios que sabe cómo ponerlas en el bolso de fe personal.

De la misma manera que nosotros usamos la plata en muchos artículos en nuestros hogares, así usamos la Palabra de Dios en la vida diaria; tiene mil usos. De la manera que la plata es la moneda corriente del comerciante, así son las promesas de Dios moneda corriente tanto para el cielo como en la tierra: nosotros tratamos con Dios por Sus promesas, y así trata Él con nosotros.

Como los hombres y las mujeres se engalanan con plata a manera de ornamento, así son las palabras del Señor nuestras joyas y nuestra gloria. Las promesas son cosas bellas que son un gozo para siempre. Cuando amamos la Palabra de Dios, y la guardamos, la belleza de la santidad está en nosotros. Ésta es verdadero ornamento del carácter y de la vida, y la recibimos como un don de amor del Esposo de nuestras almas.

Amados hermanos, no necesito engrandecer en su presencia la preciosidad de la Palabra de Dios. Muchos de ustedes la han valorado por largo tiempo, y han probado su valor. He leído acerca de una mujer cristiana alemana que estaba acostumbrada a marcar su Biblia siempre que encontraba un pasaje que era especialmente precioso para ella; pero acercándose al final de su vida, dejó de hacerlo, pues dijo: «lo encuentro innecesario; pues la Escritura entera se ha convertido ahora en algo muy precioso para mí.» Para algunos de nosotros el inapreciable volumen está marcado de principio a fin por nuestra experiencia. Es todo precioso, totalmente precioso.

«No hay tesoros que enriquezcan así la mente,
Ni Tu palabra será vendida
Por cargamentos de plata bien refinada,
Ni por montones del oro más escogido.»

Además, este texto nos presenta, no solamente la pureza y la preciosidad de las palabras del Señor, sino la permanencia de ellas. Son como plata que ha soportado los fuegos más hirvientes. Verdaderamente, la Palabra de Dios ha aguantado el fuego por largas edades; y fuego aplicado en sus formas más fieras: «refinada en horno de tierra,» es decir, en ese horno que los refinadores consideran como su último recurso. Si el diablo hubiera podido destruir la Biblia, habría traído los más hirvientes carbones del centro del infierno. Él no ha sido capaz de destruir una sola línea. El fuego, de acuerdo al texto, era aplicado de una manera muy diestra: la plata era colocada en un crisol de tierra, para que el fuego pudiera alcanzarla completamente. El refinador está muy seguro de emplear su calor de la mejor manera conocida para él, con el objeto de derretir la escoria; de igual manera, hombres con habilidad diabólica se esfuerzan por destruir las palabras de Dios, mediante la más astuta censura. Su objetivo no es la purificación; es la pureza de la Escritura lo que les fastidia, y tienen por objetivo destruir el testimonio divino. Su labor es en vano; pues el Libro sagrado todavía permanece como siempre fue, las palabras limpias del Señor; pero algunas de nuestras falsas concepciones de su significado han perecido felizmente en los fuegos.

Las palabras del Señor han sido probadas frecuentemente, ay, y han sido probadas perfectamente: «Purificada siete veces.» Cuánto falta todavía, no puedo adivinarlo, pero ciertamente los procesos han sido ya muchos y severos. Pero permanece sin cambios. El consuelo de nuestros padres es nuestro consuelo. Las palabras que alentaron nuestra juventud son nuestro apoyo en la edad adulta. «Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.»

Estas palabras de Dios son un cimiento firme, y nuestras esperanzas eternas están sabiamente construidas sobre él. No podemos permitir que nadie nos despoje de esta base de esperanza. En tiempos antiguos los hombres eran quemados antes que dejaran de leer sus Biblias; nosotros soportamos oposiciones menos brutales, pero que son bastante más sutiles y difíciles de resistir. Dejémonos guiar siempre por esas palabras eternas, porque ellas siempre estarán con nosotros.

Las palabras del Siempre Bendito son sin cambio e incambiables. Son como plata sin escoria, que continuará de edad en edad. Esto es lo que creemos, y en esto nos regocijamos. Y no es una carga sobre nuestra fe creer en la permanencia de la Santa Escritura, pues estas palabras fueron habladas por quien es Omnisciente, y lo sabe todo; por tanto no puede haber error en ellas. Fueron habladas por quien es Omnipotente, y puede hacerlo todo; y por tanto, Sus palabras se cumplirán. Fueron habladas por quien es Inmutable, y por tanto estas palabras no sufrirán nunca alteración alguna. Las palabras que Dios habló hace miles de años son verdaderas a esta hora, pues provienen de quien es el mismo ayer, hoy y para siempre. Quien habló estas palabras es infalible, y por tanto las palabras son infalibles. ¿Cuándo erró Él alguna vez? ¿Podría cometer errores y sin embargo ser Dios? «El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» Estén seguros de esto: «Las palabras de Jehová son palabras limpias.»

Pero el tiempo me presiona para pasar al siguiente punto.

II. En segundo lugar, y muy cuidadosamente, consideremos LAS PRUEBAS DE LAS PALABRAS DE DIOS.

Se dice que son como plata, que ha sido refinada en un horno. Las palabras de Dios han sido probadas por la blasfemia, por el ridículo, por la persecución, por la crítica, y por observaciones ingenuas. No intentaré elevarme en oratoria al describir las pruebas históricas del precioso metal de la revelación divina, pero mencionaré pruebas de un orden común que he observado, y que probablemente ustedes también han visto. Esto tal vez sea más simple, pero será más edificante. ¡Que el Señor nos ayude!

Al tratar con la obstinación del pecador, hemos probado las palabras del Señor. Hay hombres que no pueden ser convencidos ni persuadidos; dudan de todo, y apretando los dientes, resuelven no creer, aunque alguien les declare esas palabras. Están encerrados en la armadura del prejuicio, y no pueden ser heridos ni siquiera con las más agudas flechas del argumento, aunque profesen gran apertura hacia la convicción. ¿Qué se va a hacer con el numeroso clan relacionado con el señor Obstinado? Podrías muy bien argumentar con un tren expreso que con el señor Obstinado: él continúa, y no se detiene, aunque miles se interpongan en su camino. ¿Lo convencerán las palabras de Dios?

Hay algunas personas aquí, de quienes yo habría dicho, si los hubiera conocido antes de su conversión, que era una tarea vana predicarles el Evangelio; amaban tanto el pecado, y despreciaban completamente las cosas de Dios. Extrañamente, fueron de los primeros en recibir la Palabra de Dios cuando escucharon su sonido. Vino a ellos en su original majestad, en el poder del Espíritu Santo; habló con un tono de mando a lo más íntimo de sus corazones; abrió de par en par las puertas que habían estado cerradas por largo tiempo, aherrumbradas en sus goznes, y Jesús entró para salvar y reinar. Éstos, que habían blandido desafiantemente sus armas, las arrojaron al suelo y se rindieron incondicionalmente al amor todopoderoso, dispuestos creyentes en el Señor Jesús.

Hermanos, sólo debemos tener fe en la Palabra de Dios, y predicarla con claridad y precisión, y veremos cómo se someten los rebeldes orgullosos. Ninguna mente está tan desesperadamente posada en la maldad, tan resueltamente opuesta a Cristo, que no pueda ser llevada a inclinarse ante el poder de las palabras de Dios. ¡Oh, que nosotros usáramos más la desnuda espada del Espíritu! Me temo que mantenemos esta espada de dos filos en una funda, y de alguna manera nos enorgullecemos porque la vaina está elaboradamente adornada. ¿Para qué sirve la vaina? La espada debe desenvainarse, y debemos pelear con ella, sin que intentemos guarnecerla. Proclamen las palabras de Dios. No omitan ni los terrores del Sinaí, ni las notas de amor del Calvario. Expongan la palabra con toda fidelidad, según su conocimiento, y clamen por el poder del Altísimo, y el más obstinado pecador fuera del infierno será rendido por su medio.

El Espíritu Santo usa la palabra de Dios: éste es Su único ariete con el cual derriba las fortalezas del pecado y del yo en aquellos corazones con los que trata eficazmente. La Palabra de Dios soportará las pruebas que le presente la dureza del corazón natural, y demostrará su origen divino por medio de sus operaciones.

Aquí comienza otra prueba. Cuando un hombre está lo suficientemente quebrantado, sólo ha recorrido una parte del camino. Una nueva dificultad se levanta. ¿Se sobrepondrán las palabras del Señor a la desesperación del penitente? El hombre se encuentra lleno de terror a causa del pecado, y el infierno ha comenzado a arder dentro de su pecho. Pueden hablarle con amor, pero su alma se rehúsa a ser consolada, hasta que le presentes las palabras del Señor para que se enfrente a ellas, «Su alma abominó todo alimento.» Háblale de un Salvador agonizante; quédate por un rato en el tema de la gracia inmerecida y el perdón total; háblale del recibimiento del hijo pródigo, y del amor inmutable del Padre. Asistido por el poder del Espíritu, estas verdades deben traer luz a quienes están sentados en tinieblas.

Las peores formas de depresión son curadas cuando se cree en la Santa Escritura. A menudo me he quedado desconcertado, cuando estoy bregando con un alma convicta de pecado, incapaz de ver a Jesús; pero nunca he albergado ninguna duda que al fin, las palabras del Señor se convertirán en una copa de consolación para el corazón desfallecido. Podemos estar desconcertados por un tiempo, pero con las palabras del Señor como nuestras armas, el Gigante Desesperación no nos va a derrotar.

Oh, ustedes que están en servidumbre bajo el temor del castigo, ustedes alcanzarán la libertad: sus cadenas se romperán, si aceptan las palabras de Dios. La palabra de mi Señor puede abrir ampliamente las puertas de la prisión: Él ha roto las puertas de bronce, y ha despedazado las barras de hierro.

Debe ser una palabra maravillosa esa que, como un hacha de combate, aplasta el yelmo de la presunción, y al mismo tiempo, como dedo de amor, toca la delicada herida sangrante y la sana al instante. Las palabras del Señor, tanto para quebrantar como para exaltar, son igualmente efectivas.

En ciertas instancias, las palabras de Dios son probadas por la particularidad del que busca. ¡Cuán frecuentemente algunas personas nos han dicho que estaban seguras que no había nadie como ellas en todo el mundo! Eran hombres acorralados; peces extraños que ningún mar podría contener. Ahora, si estas palabras son ciertamente de Dios, serán capaces de tocar cualquier caso; de otra manera no. Las palabras de Dios han sido sometidas a esa prueba, y estamos sorprendidos por su adaptación universal. Siempre hay un texto que se puede aplicar a cada caso, aunque sea notable y excepcional. En algunas instancias, hemos oído acerca de un texto extraño, relativo al cual no podíamos ver antes por qué había sido escrito; sin embargo, tiene evidentemente una adecuación para alguna persona en particular, a quien ha venido con divina autoridad.

La Biblia puede ser comparada con el manojo de llaves de un cerrajero. Las utiliza una a una, y dice de alguna: «¡Esta es una llave extraña, ciertamente no se adecuará a ninguna cerradura existente!» Pero algún día el cerrajero será llamado para abrir una cerradura muy peculiar. Ninguna de sus llaves funciona. Finalmente elige ese espécimen singular. ¡Vean! Entra en la ranura, quita el cerrojo y permite el acceso al tesoro. Está demostrado que las palabras de este libro son las palabras de Dios, porque tienen una adaptación infinita a las diversas mentes que el Señor ha creado. ¡Con qué colección de llaves contamos aquí el día de hoy! No les podría describir todas las que hay: Bramah y Chubb, y todos los demás, no podrían haber diseñado tal variedad: sin embargo, yo estoy seguro que en este volumen inspirado, hay una llave que en todos sentidos es adecuada para cada cerradura.

Personalmente, cuando he tenido problemas, he leído la Biblia hasta que algún texto me ha parecido que sobresale del Libro, y me saluda, diciendo: «Fui escrito especialmente para ti.» Me ha mirado como si la historia hubiera estado en la mente del escritor cuando escribió ese pasaje; y en efecto estaba en la mente de ese Autor divino que está detrás de todas estas páginas inspiradas. Así, las palabras del Señor han aguantado la prueba de adaptación a las singularidades de los hombres como individuos.

Frecuentemente nos encontramos con gente de Dios que han probado las palabras de Dios en tiempos de tremendas aflicciones. Hago aquí una apelación a la experiencia del pueblo de Dios. Has perdido al hijo amado. ¿Acaso no hubo una palabra del Señor para alentarte? Perdiste tu propiedad: ¿Acaso no hubo un pasaje de las Escrituras que te permitió enfrentar el desastre? Has sido calumniado: ¿no hubo una palabra para consolarte? Estabas enfermo y al mismo tiempo deprimido; ¿No te proveyó el Señor de consuelo en esas circunstancias? No voy a multiplicar las preguntas: el hecho es que nunca estuviste arriba sin que la Palabra de Dios no estuviera allí contigo; y nunca estuviste abajo, sin que la Escritura no estuviera allí contigo.

Ningún hijo de Dios se encontró alguna vez en una zanja, un hoyo, una cueva o un abismo, sin que las palabras de Dios no lo encontraran. ¡Cuán a menudo las promesas llenas de gracia están emboscadas para sorprendernos con sus misericordias! Yo adoro la infinitud de la bondad de Dios, según la veo reflejada en el espejo de la Escritura.

Además, la Palabra de Dios está probada y comprobada como una guía en la perplejidad. ¿No nos hemos visto forzados, algunas veces, a hacer una pausa y decir: «No sé qué pensar de esto»? «¿Cuál es la opción adecuada?» Este libro es un oráculo para el hombre de sencillo corazón en su perplejidad mental, moral y espiritual. ¡Oh, que lo usáramos más! Tengan por seguro que nunca se encontrarán en medio de un laberinto tan complicado de donde este libro, bendecido por el Espíritu, no pueda ayudarles a salir. Esta es la brújula para todos los marineros que navegan en el mar de la vida: usándola sabrán dónde se encuentra el polo. Guíense por las palabras del Señor, y tendrán libre el camino.

Amados, las palabras de Dios aguantan otra prueba; son nuestra defensa en los tiempos de tentación. Tú puedes escribir un libro que ayude a un hombre cuando es tentado en una cierta dirección; ¿acaso el mismo volumen lo fortalecerá cuando es atraído en la dirección opuesta? ¿Pueden concebir un libro que se constituya en una valla alrededor, rodeando al hombre en todas direcciones? ¿Qué lo guarde de aquel abismo, y del golfo que está al otro lado? Sin embargo, así es este Libro.

El propio diablo no puede inventar una tentación que no pueda enfrentarse con estas páginas; y todos los diablos juntos que están en el infierno, si sostuvieran un congreso, y llamaran en su ayuda a todos los hombres perversos, no podrían inventar un ardid que no se pudiera enfrentar con esta biblioteca de verdad sin par. Alcanza al creyente en cada condición y posición, y lo preserva de todo mal. «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.»

Finalmente, sobre este punto, aquí encontramos una grandiosa prueba del Libro: ayuda a los hombres en su muerte. ¡Créanme, morir no es un juego de niños! Ustedes y yo nos encontraremos en esa solemne situación antes de que nos demos cuenta, y entonces necesitaremos un poderoso consuelo. Nada en la tierra me da tanto cimiento en la fe, como visitar a miembros de esta iglesia cuando están en el umbral de la muerte. Es muy triste ver cómo se consumen o cómo los tortura el dolor; sin embargo, el principal efecto que se produce en el visitante es más bien alegre que triste.

Esta semana he visto a una hermana muy conocida por muchos de ustedes, que sufre de cáncer en la cara, y puede, muy probablemente, estar muy pronto con su Señor. Es una aflicción terrible, y uno no sabe qué puede implicar todavía; pero esa paciente llena de gracia, ni murmura ni siente temor. Nadie en este lugar, aunque goce de perfecta salud, podría estar más calmado, más tranquilo, que nuestra hermana. Ella me dijo con plena confianza, que viva o muerta ella le pertenece al Señor, y que tenía radiantes anhelos de estar para siempre con el Señor. Lo poco que podía decir con su voz era complementado con toda la abundancia que expresaba con sus ojos, y con todo su comportamiento. Allí no había ni excitación, ni fanatismo, ni acción alguna de medicinas en el cerebro; lo que había era una quieta esperanza del gozo eterno, dulcemente razonable y segura.

Hermanos, no es difícil salir de este mundo cuando descansamos en ese viejo y seguro Evangelio que les he predicado durante todos estos años. Personalmente, yo puedo ya sea vivir o morir en estas eternas verdades que les he proclamado; y esta seguridad me da valentía cuando predico.

No hace mucho tiempo, estaba sentado junto a un hermano que se acercaba a su fin. Yo le pregunté: «¿No tienes miedo a la muerte?» Él me respondió con alegría: «Me avergonzaría de mí mismo si lo tuviera, después de todo lo que he aprendido de tus labios acerca del Evangelio glorioso durante todos estos años. Es un gozo partir y estar con Cristo, lo que es mucho mejor.» Ahora, si este volumen inspirado, con todo su maravilloso registro de las palabras de Dios, nos ayuda en las pruebas de la vida, nos dirige en nuestro diario caminar, y nos capacita para sortear la última gran tormenta, ciertamente es precioso más allá de toda descripción, «Como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces.»

III. Ahora, en tercer lugar, ¿QUÉ EXIGEN ESTAS PALABRAS DEL SEÑOR?

Las exigencias de estas palabras son muchas. Primero, merecen ser estudiadas. Amados, ¿puedo suplicarles que escudriñen constantemente la Escritura inspirada? Tú dices: ¡Aquí tengo la última novela que ha salido! ¿Qué debo hacer con ella? Tírala al piso. ¡Aquí tengo otra pieza de ficción que se ha vuelto sumamente popular! ¿Qué haré con ella? Hazla a un lado o déjala caer entre las barras de la parrilla. Este sagrado volumen es la más reciente de las novelas. Para algunos de ustedes será un libro enteramente nuevo.

Nosotros contamos con un grupo que suministra Biblias a lectores, pero necesitamos en gran medida lectores de la Biblia. Lamento que inclusive entre algunas personas que llevan el nombre de cristianos, la Santa Escritura es el libro menos leído de sus bibliotecas. Alguien preguntó acerca de un predicador, el otro día, «¿Cómo mantiene su congregación? ¿Le da siempre a la gente algo nuevo?» «Sí,» le respondió otro, «él les da el Evangelio; y en estos días, eso es lo más nuevo que ha salido.» Ciertamente así es; el viejo, viejo Evangelio es algo nuevo siempre. La doctrina moderna es únicamente nueva de nombre; no es nada, después de todo, sino una mezcla confusa de rancias herejías y de especulaciones enmohecidas.

Si el Señor ha registrado Sus palabras en un Libro, escudriñen sus páginas con un corazón creyente. Si no lo aceptan como la palabra inspirada de Dios, no puedo invitarlos a prestarle una atención particular; pero si lo consideran como el Libro de Dios, los exhorto, así como voy a encontrarlos en el trono de juicio de Cristo, para que estudien la Biblia diariamente. No traten al Eterno Dios sin el debido respeto, sino que más bien deléitense en Su Palabra.

¿La leen? Entonces crean en ella. ¡Oh, anhelen creer intensamente en cada palabra que Dios ha hablado! No la consideren como un credo muerto, sino dejen que los sostenga con su mano todopoderosa. No sostengan ninguna controversia con alguna de las palabras del Señor. Crean sin ninguna mezcla de duda. Al hermano del famoso Unitario, el doctor Priestly, se le permitió predicar en lugar de su hermano, en su capilla de Birmingham; pero se le solicitó que no eligiera ningún tema controversial. Él obedeció al pie de la letra sus instrucciones, pero fue rebelde contra su espíritu, viendo que adoptó por su texto: «E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne.»

Ciertamente no hay ninguna controversia entre los hombres espirituales en relación a la gloriosa verdad de la encarnación de nuestro Señor Jesús. Así también, todas las palabras del Señor están fuera de la región de debate: para nosotros son certezas absolutas. Mientras una doctrina no se convierta en certeza absoluta para un hombre, nunca podrá conocer su dulzura: la verdad tiene poca influencia en el alma mientras no sea creída con plenitud.

A continuación, obedezcan al Libro. Háganlo con libertad, háganlo de todo corazón, háganlo constantemente. No se aparten del mandamiento de Dios. ¡Que el Señor los haga perfectos en toda buena obra, para hacer Su voluntad! «Haced todo lo que os dijere.» Ustedes que son inconversos, obedezcan la palabra del Evangelio: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo.» El arrepentimiento y la fe son a la vez los mandamientos y los dones de Dios; no los descuides.

Además, estas palabras de Dios deben ser preservadas. No renuncien a una sola línea de la revelación de Dios. Tal vez no sepan la particular importancia del texto asediado, pero no les corresponde a ustedes valorar el valor proporcional de las palabras de Dios: si el Señor ha hablado, estén preparados a morir por lo que Él ha dicho. A menudo me he preguntado si, de acuerdo a los conceptos de algunas personas, hay alguna verdad por la que vale la pena que un hombre muera en la hoguera. Yo diría que no; pues no estamos seguros de nada, de acuerdo a los conceptos modernos. ¿Valdría la pena morir por una doctrina que puede ser mentira la siguiente semana? Los descubrimientos recientes pueden mostrar que hemos sido víctimas de una opinión anticuada: ¿No sería mejor que esperáramos para ver qué pasa? Sería una desgracia morir en la hoguera demasiado pronto, o quedar preso por un dogma que, en pocos años, será reemplazado.

Hermanos, no podemos soportar esta teología voluble. ¡Que Dios nos envíe una raza de hombres que tenga firmeza! Hombres que crean en algo, y que estén dispuestos a morir por sus creencias. Este Libro merece el sacrificio de todo nuestro ser, para mantener cada una de sus líneas.

Creyendo y defendiendo la Palabra de Dios, entonces proclamémosla. Salgan esta tarde, en este primer domingo de verano, y prediquen en la calle las palabras de vida. Vayan a alguna reunión en alguna casa, o a un taller, o algún albergue, y declaren las palabras divinas. «La verdad es poderosa y prevalecerá,» afirman: pero no prevalecerá si no se da conocer. La propia Biblia no obra maravillas a menos que sus verdades sean publicadas por doquier. Prediquen entre los paganos que el Señor reina desde el madero. Prediquen en medio de las multitudes que el Hijo de Dios ha venido para salvar a los perdidos, y que cualquiera que crea en Él tendrá vida eterna. Hagan saber a todos los hombres que «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.» Esto no se llevó a cabo en un rincón: no lo guarden como un secreto. Vayan ustedes por todo el mundo, y prediquen el Evangelio a toda criatura; y ¡que el Señor los bendiga! Amén.

Porciones de la Escritura leídas antes del sermón: Salmo 12 y Salmo 119: 137-152.

Fuente: www.spurgeon.com.mx

La Biblia probada y comprobada, Charles Spurgeon. Parte I

lunes, septiembre 14th, 2015

En este Salmo, nuestro texto es contrastado con el mal de la época. El Salmista se queja «porque se acabaron los piadosos; porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres.» Era una gran aflicción para él, y no encontró consuelo excepto en las palabras del Señor. ¡Qué importa que los hombres fallen: la Palabra de Dios permanece! ¡Qué alivio es abandonar la arena de la controversia para ir a los verdes pastos de la revelación! Uno siente lo que Noé sintió, cuando, encerrado en el arca, ya no vio más la muerte y desolación que reinaban fuera. Vive en comunión con la Palabra de Dios, y entonces, aunque no tengas amigos cristianos, no te faltará compañía.

Más aún, el versículo presenta todavía un mayor contraste con las palabras de los inicuos cuando se rebelan contra Dios y oprimen a Su pueblo. Ellos decían: «Por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?» Se jactaban, se enseñoreaban, amenazaban. El Salmista se alejó de la voz del jactancioso y acudió a las palabras del Señor. Vio la promesa, el precepto, y la doctrina de la verdad pura, y éstos le consolaron mientras los demás hablaban pura vanidad, cada uno con su vecino. Él no tenía tantas palabras del Señor como las que poseemos ahora: pero lo que él había hecho suyo por medio de la meditación, lo valoraba por encima del oro más preciado. En la buena compañía de aquellos que habían hablado bajo la dirección divina, era capaz de soportar las amenazas de quienes le rodeaban.

Así, querido amigo, si en algún momento te corresponde estar en un lugar donde son despreciadas las verdades que amas tanto, regresa a los profetas y a los apóstoles, y escucha a través de ellos lo que Dios el Señor hablará. Las voces de la tierra están llenas de falsedad, pero la palabra del cielo es muy limpia. Hay una buena lección práctica en la posición del texto; apréndanla bien. Hagan de la Palabra de Dios su compañía diaria, y entonces, cualquier cosa que pudiera agraviarlos en la falsa doctrina de la hora, no los conducirá a un abatimiento demasiado profundo; pues las palabras del Señor sostendrán el espíritu.

Mirando al texto, ¿acaso no les impacta como una maravillosa condescendencia, que Jehová, el infinito, decida utilizar palabras? En Su sabiduría, Él ha establecido esta manera de comunicación de unos con otros; pero en cuanto a Él, Él es espíritu puro e ilimitado: ¿comprimirá Sus gloriosos pensamientos en un estrecho canal de sonido, y oído, y nervio? ¿Debe la mente eterna usar palabras humanas? El glorioso Jehová habló mundos. Los cielos y la tierra fueron las expresiones de Sus labios. En cuanto a Él, parece más de acuerdo con Su naturaleza, hablar tempestades y truenos que inclinarse a las humildes vocales y consonantes de una criatura del polvo. ¿Se comunicará Él verdaderamente con el hombre a la propia manera del hombre? Sí, Él condesciende a hablarnos utilizando palabras.

Nosotros bendecimos al Señor por la inspiración verbal, de la que podemos decir, «Guardé las palabras de su boca más que mi comida.» No conozco ninguna otra inspiración, ni tampoco soy capaz de concebir alguna que pueda ser de verdadero servicio para nosotros. Necesitamos una revelación clara sobre la que podamos ejercitar la fe. Si el Señor nos hubiera hablado por un método cuyo significado fuera infalible, pero Sus palabras fueran cuestionables, no habríamos sido edificados sino confundidos; pues ciertamente es una ardua tarea extraer el verdadero sentido de palabras ambiguas. Siempre tendríamos temor que el profeta o el apóstol no nos hubieran dado, después de todo, el sentido divino: es fácil oír y repetir palabras; pero no es fácil expresar lo que otro quiere decir, con palabras propias perfectamente independientes: el significado se evapora con facilidad.

Pero nosotros creemos que los hombres santos de antaño, aunque usaran su propio lenguaje, eran guiados por el Espíritu de Dios para usar palabras que también eran las palabras de Dios. El Espíritu divino operaba de tal manera en el espíritu del escritor inspirado, que escribía las palabras del Señor, y por tanto, atesoraba cada una de ellas. Para nosotros «Toda palabra de Dios es limpia,» y también llena de nutrición para el alma. «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Nosotros podemos declarar de todo corazón con el Salmista, «He dicho que guardaré tus palabras.»

Nuestro condescendiente Dios se agrada tanto de hablarnos con palabras, que se ha dignado llamar a Su Unigénito «El Verbo.» «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.» El Señor usa palabras, no con renuencia sino con placer; y quiere que nosotros las tengamos también en un elevado concepto, como le dijo a Israel por medio de Moisés, «Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma.»

Creemos que tenemos las palabras de Dios preservadas para nosotros en las Escrituras. Estamos sumamente agradecidos de que esto sea así. Si no tuviéramos las palabras del Señor registradas así, habríamos sentido que vivíamos en un tiempo malo pues ni voz ni oráculo se escucha hoy. Repito que habríamos caído en días malos si las palabras que Dios habló desde tiempos antiguos no se hubieran registrado bajo Su supervisión. Con este Libro ante nosotros, lo que el Señor habló hace dos mil años, virtualmente lo habla ahora: pues «no retirará sus palabras» (Isaías 31: 2).

Su palabra permanece para siempre, pues fue hablada, no para una ocasión, sino para todas las edades. La Palabra del Señor es tan afín a la vida y la frescura eternas, que es muy vocal y poderosa en el corazón del santo de hoy como lo fue para el oído de Abraham cuando la escuchó en Canaán; o para la mente de Moisés en el desierto; o para David cuando la cantaba acompañándose de su arpa.

¡Doy gracias a Dios porque muchos de nosotros sabemos lo que es oír la palabra divina hablada de nuevo en nuestras almas! Por el Espíritu Santo, las palabras de la Escritura vienen a nosotros con una inspiración presente: el Libro no solamente ha sido inspirado, es inspirado. Este Libro es más que tinta y papel; habla con nosotros. ¿Acaso no fue ésa la promesa: «Hablarán contigo cuando despiertes»?

Abrimos el Libro con esta oración, «Habla, Jehová, porque tu siervo oye;» y a menudo lo cerramos con este sentimiento, «Heme aquí; ¿para qué me has llamado?» Sentimos como si la promesa no hubiera sido hecha en tiempos antiguos, sino que está siendo pronunciada por primera vez desde la gloria excelsa. El Señor ha hecho que la Santa Escritura sea Su palabra directa para nuestro corazón y para nuestra conciencia. No digo esto por todos, pero puedo decirlo con seguridad de muchas personas aquí presentes. ¡Que el Espíritu Santo les hable otra vez en este momento!

Al tratar de explicar mi texto, consideraremos tres puntos. Primero, la calidad de las palabras de Dios: «Las palabras de Jehová son palabras limpias;» en segundo lugar, las pruebas de las palabras de Dios: «como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces;» y luego, en tercer lugar, las demandas de estas palabras derivadas de su limpieza y de todas las pruebas que han experimentado. ¡Espíritu eterno, ayúdame a hablar correctamente en lo concerniente a tu propia palabra, y ayúdanos a sentir correctamente mientras escuchamos!

I. Primero, entonces, queridos amigos, consideren LA CALIDAD DE LAS PALABRAS DE DIOS: «Las palabras de Jehová son palabras limpias.»

De este enunciado yo deduzco, primero, la uniformidad de su carácter. No se hace ninguna excepción a ninguna de las palabras de Dios, sino que todas son descritas como «palabras limpias.» No todas son del mismo carácter; algunas son para enseñar, otras son para consolar, y otras para corregir; pero por lo pronto son de un carácter uniforme de tal forma que todas son «palabras limpias.»

Yo concibo que es un mal hábito tener preferencias en relación a la Santa Escritura. Debemos preservar este volumen como un todo. Quienes se deleitan con textos doctrinales, pero omiten la consideración de pasajes prácticos, pecan contra la Escritura. Si predicamos doctrina, ellos claman, «¡Cuán dulce!» Quieren escuchar acerca del amor eterno, la gracia inmerecida y el propósito divino; y me alegra que lo quieran. A tales yo les digo: coman de la grosura y beban de lo dulce; y regocíjense porque hay grosuras plenas de médula en este Libro. Pero recuerden que hombres de Dios en tiempos antiguos, se deleitaban grandemente en los mandamientos del Señor. Sentían mucho respeto por los preceptos de Jehová, y amaban Su ley. Si alguien da la espalda y rehúsa oír acerca de los deberes y ordenanzas, me temo que no ama la Palabra de Dios del todo. Quien no la ama en su totalidad, no la ama del todo.
Fuente: www.spurgeon.com.mx

La prosperidad no es sólo dinero

lunes, abril 4th, 2011

Las creencias tradicionales nos han llevado a considerar la prosperidad como algo antibíblico. Sin embargo, inspirado por el Espíritu Santo, Juan dice que su deseo es que prosperemos y tengamos salud. Más adelante, en el versículo 11 de 3 Juan, nos indica: «Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios». Si la prosperidad fuera algo antibíblico, ¿por qué Él desea que prosperemos? Como ve, la prosperidad en sí no es mala. (más…)

Escribiendo sermones cristianos

sábado, enero 15th, 2011

Escribir buenos sermones que sean interesantes y bíblicamente correctos a menudo puede ser una tarea bastante difícil. Es posible que tenga muchas preguntas.

Escribir buenos sermones o hacer sermones en audio que sean interesantes y bíblicamente correctos a menudo puede ser una tarea bastante difícil. Es posible que tenga muchas preguntas. ¿Cuál es el tema que va a tratar? ¿Qué texto de las Escrituras debe utilizar? ¿Tiene la certeza de que todo va a fluir y estar bien conectado? Hay algunas pautas sencillas de seguir que le ayudarán. (más…)

La intimidad con Dios requiere tiempo

miércoles, julio 21st, 2010

Mi mamá vivía en Seyי, que actualmente está como a unos 20 minutos de Merida. Pero en aquel tiempo llegar hasta allá era bastante difícil. Nos cuenta mi papá que el iba a verla en motocicleta. Le llevaba bastante tiempo llegar y hasta le daba un poco de miedo ir solo.
Así que llevaba a mi tío, que estaba estudiando en Merida, para que lo acompañara y de camino viera a su familia. ¿Y todo para que? Llegaba y se sentaban en la sala a platicar, pero la abuelita sentada en el sillón de enfrente. Luego de un rato de platicar comenzaba la odisea del regreso a Merida en motocicleta.

A lo mejor por eso el noviazgo sólo duro 6 meses y luego se casaron. Todo lo que uno hace con tal de pasar tiempo con alguien especial para ti. (más…)

La gloria postrera

lunes, marzo 29th, 2010

Introducción:

Era como 70 años que el templo de Salomón había sido destruido, posiblemente hubo algunos que recuerden como era la primera gloria. A pesar de cómo estaba la situación Dios lanza un mensaje de animo para que se esforzarse y trabajen. Ver. 3

I. La Reedificación del Templo.

En los tiempos de Esdras se colocaron los primeros cimientos. (Esdras 3:12) dice “Y muchos de los sacerdotes , de los levitas y de los jefes de la casa paternas, ancianos que habían visto la casa primera (más…)

Los grandes también se desploman

sábado, enero 30th, 2010

1º de Samuel 17:49 – David tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente y cayó, sobre su rostro en tierra.

1. SER GRANDE NO SIEMPRE ES SINÓNIMO DE SEGURIDAD.

La Palabra del Señor dice: «Y Saúl… de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo. Y tuvo temor al gigante (1º de Samuel 9:2) y fue destituido de su gobierno». ¿Sabía usted que la Federal de Caminos, ó la Marina, ó el Ejército, selecciona personal que debe medir una estatura sobresaliente? ¿Será para resolver los conflictos sociales o solo para impresionar a la ciudadanía? Pero no te olvides, Goliat cayó. (más…)

La esencia de la Navidad.

miércoles, diciembre 23rd, 2009

Texto: Lucas 2.10-14

Tema: La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria.

Introducción

Durante esta temporada la iglesia habla continuamente del “verdadero sentido de la Navidad”. En esta ocasión, deseo explorar el significado de esa frase. Pasemos, pues, a considerar qué es la Navidad.

A. La Navidad es nacimiento

1. La Navidad es la temporada en que la Iglesia acordó conmemorar el nacimiento de Jesús en Belén, la ciudad del antiguo Rey David. (más…)