El orden divino en la alabanza: poniendo a prueba la alabanza (5a parte)
Si ha seguido esta serie de artículos, habrá visto que el Orden Divino en la alabanza y la adoración a Dios está prefigurado en el Antiguo Testamento en el Altar del Incienso del Tabernáculo y que nos exige santidad en sus tres elementos ministeriales: 1) el incienso (correspondiente a la letra de nuestra alabanza que siempre debe estar acorde con la Palabra de Dios); 2) el fuego (la música, que debe ser espiritual); 3) el sacerdote (el intérprete o el adorador que debe tener un corazón correcto). Dios no acepta incienso, fuego ni sacerdote extraños, lo que significa que hay una letra correcta, una música correcta y un adorador correcto que al Señor le agrada (al final del artículo están las ligas a los artículos anteriores de esta serie).
Efesios 5:8 y10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois hijos de luz en el Señor: andad como hijos de luz. […] Aprobando lo que es agradable al Señor”. Dios nos pide que aprobemos lo que es agradable a Él, y que reprobemos lo que no le agrada. Debemos hacer a un lado nuestros gustos e inclinaciones y preferir lo que es bueno para Dios. ¿Cómo podemos aprobar la alabanza que agrada a Dios? Es necesario aplicarle una evaluación sincera con base en los principios que hemos aprendido. A continuación exponemos algunas preguntas que pueden ser útiles para evaluar cada aspecto de nuestra alabanza.
El orden divino en la alabanza: el Fuego (2da parte)
El segundo elemento que encontramos referente a la santidad del Altar del Incienso es el fuego de Dios que quema el incienso para elevar el aroma correcto. El fuego debía tomarse del altar de los sacrificios y ser depositado en el incensario del sacerdote para que éste lo pudiera mecer y así llenar toda la casa del Señor con un aroma delicado. El fuego del altar, es figura de la música que proviene de Dios. La música es un catalizador que eleva la adoración de los santos. El fuego es muy importante y Dios se refiere en tres ocasiones al “fuego extraño” que los hijos de Aarón ofrecieron a Jehová (Lev. 10:11; Num. 4:4; 26:61).
Su error consistió en tomar fuego de otra fuente diferente al altar y ponerlo en sus incensarios. El acto fue reprobado, aún cuando usaron el incienso correcto porque el fuego aplicado no había sido mandado por Dios
El orden divino en la alabanza: el Incienso (1a parte)
El Altar del Incienso del Tabernáculo de Moisés nos muestra el orden divino para la adoración (Ex. 30:1-10). Aunque no estaba dentro del lugar santísimo, donde se encontraba el Arca del Pacto y donde descendía la presencia de Dios, era el mueble más cercano a ese lugar, solo separado por un velo (He. 9:4, se refiere a él como un mueble perteneciente al lugar santísimo). Cuando Jehová le ordena a Moisés que construya ese altar, le da instrucciones precisas sobre sus dimensiones y los materiales con los que debía estar fabricado. El Altar del Incienso, situado frente al Arca del Pacto, es una figura de nuestra adoración dirigida a nuestro Señor Jesucristo.
El orden divino en la alabanza: las Fuentes (introducción)
Un día, un amigo de la familia nos visitó en la casa de mis padres. Después de disfrutar de la comida tomó una guitarra y nos enseñó una bonita canción en zapoteco (una lengua indígena de la región del Istmo de Tehuantepec, muy antigua, de sonidos suaves y musicales). Sin entender en absoluto lo que decía la letra, pude percibir que había tristeza y dolor en la melodía. Después nos explicó que esa canción se titulaba en español “Última Palabra” y que en Oaxaca, su tierra natal, se cantaba durante los funerales de un ser querido. Me llamó especialmente la atención porque me recordó un himno que se cantaba en la iglesia desde hace años, que aunque no tenía exactamente la misma melodía, sí era la misma idea musical.
