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María Jones, la niña precursora de las Sociedades Bíblicas Unidas

miércoles, septiembre 25th, 2019

Historia de una niña cuyo afán por tener una Biblia motivó a que se fundara en Londres hace más de 200 años la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Gracias a ese esfuerzo, hoy en tu país hay una Sociedad Bíblica y puedes tener una Biblia.

Hacia finales del año 1700, escondida entre las montañas de Gales, Gran Bretaña, había una pequeña cabaña en la que vivía la niña María Jones. Los padres de María eran gente trabajadora. Su papá tejía hermosas telas para vender en el mercado. Su mamá se ocupaba de los quehaceres del hogar. Los domingos María y sus padres iban a la iglesia.

A María le gustaba cantar los himnos; pero cuando el pastor predicaba era difícil para ella comprender los mensajes. Cuando escuchaba al pastor leer la Biblia, deseaba saber más de la palabra de Dios. Entonces nació en su corazón el deseo de tener una Biblia propia.

En aquel tiempo las Biblias eran muy escasas, y algunas iglesias tenían un solo ejemplar encadenado al púlpito. En el hogar de María no había Biblia, y aunque la hubieran tenido, ella no sabía leer.

Pero cuando se abrió una escuela cerca de su casa, su papá le dio permiso para que ella asistiera. El buen maestro John Ellis les enseñó a los niños a leer y a escribir. Cuando aprendió a leer, María caminaba todos los sábados más de tres kilómetros hasta la casa de la señora Evans, la esposa de un campesino rico que poseía una Biblia, para leerla. Pero más que nada, María quería tener una Biblia propia.

María comenzó a trabajar para juntar el dinero necesario para comprar su Biblia. Ayudaba a los vecinos con la limpieza y el cuidado de los niños, apacentaba vacas, vendía los huevos de dos gallinas que le había dado su mamá, cargaba agua del pozo, remendaba ropa. María hacía cualquier cosa para ganar unos centavitos.

Después de seis largos años de trabajar y ahorrar, María tuvo lo suficiente para comprar una Biblia, que en esa época era muy costosa.

¡Qué emoción debe haber sentido al saber que pronto tendría su propia Biblia!

Como no se vendían Biblias en el pueblo de María, debió ir a Bala, que quedaba a cuarenta kilómetros de su casa. Tuvo que caminar solita esa distancia, ¡y descalza! pues no quería gastar su único par de zapatos, pero lo hizo con alegría para conseguir su Biblia. Al llegar a casa del pastor Charles, que vendía Biblias, recibió la triste noticia: “¡Ya no quedan más!” María lloró desconsolada al oírlo.

¿Sería que se había esforzado en vano durante tantos años?

Al ver a María llorando amargamente, el pastor Charles se conmovió.

—Hijita –le dijo–, no te puedo negar una Biblia. Un amigo mío tiene una Biblia que ha dejado en mi estante. Voy a pedirle permiso para vendértela.

¡Imagina el gozo que sintió María al tener la Biblia en sus manos! Una Biblia propia y en su propio idioma. ¡Sin duda fue saltando de alegría todo el camino de regreso a casa!

El pastor Charles no pudo olvidar a la joven que había trabajado durante seis años y había caminado tanto para conseguir una Biblia en su idioma. Entonces le surgió el deseo de que todos los niños, jóvenes y adultos tuvieran también una Biblia. Con la ayuda de otras personas que tenían el mismo anhelo, fundó en Londres la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Gracias a ese esfuerzo, hoy en tu país hay una Sociedad Bíblica y puedes tener una Biblia.

Ahora María está en el cielo. Ya hace doscientos años desde que ella trabajó diligentemente para comprar su Biblia. María fue un instrumento de Dios para que muchas personas, en distintos países del mundo, puedan tener la Biblia en su propio idioma. Tú también puedes ser un instrumento en las manos de Dios. Pídele con corazón sincero: “Hazme un instrumento”.

Fuente: Mujercristianaylatina.wordpress.com

10 maneras de estudiar tu Biblia

viernes, septiembre 8th, 2017

Aquí hay diez maneras prácticas de cómo puedes mantenerte en la Palabra de Dios.

1. 365 días de Verdad:

La mejor manera de estudiar la Biblia es hacerla parte de tu vida diaria. Simplemente apartando diez o quince minutos cada día para aprender más acerca de Dios a través de Su Palabra, recorrerás un largo camino que te ayudará a defender la Verdad. Hay muchos buenos recursos disponibles para dividir la Biblia en 365 secciones pequeñas; ¡Eso es una para cada día del año! Escoge una Biblia de un año o escoge un plan de estudio.

2. Treinta y un días de Sabiduría:

Hay treinta y un capítulos en el libro de Proverbios y treinta y un días en casi cada mes. Simplemente escoge el capítulo de Proverbios que corresponde con el día del mes en que estás. Después de treinta y un días, prometo que ganarás muchísima sabiduría. ¡Puedes comenzar hoy mismo!

3. Espejito, espejito:

Te apuesto a que te miras en el espejo de tu baño al menos una vez cada día. (¡Hey, eso es lo que hacen las chicas!) Eso hace que tu espejo sea un buen lugar para absorber la verdad de Dios. Coloca varios versículos claves en notas adheribles o escríbelos en tu espejo con un marcador borrable. Entonces léelos en voz alta a medida que arregles tu cabello o apliques tu maquillaje. Es una gran idea cambiar los versículos luego de unas semanas para así exponerte a más verdades.

4. Conviértete en tecnológica

Descarga una aplicación de Biblia en tu celular o iPad y pídele a tus padres que hagan lo mismo. De esa manera, cuando te encuentres esperando en el carro, en la sala de espera del doctor o en la fila de un restaurante, puedes abrir la Palabra de Dios para una dosis de verdad. (¡Te aseguro que es mucho mejor que pasar todo tu tiempo libre con esos Angry Birds!) También puedes inscribirte para recibir versículos bíblicos diarios a través de sitios web, y también hay aplicaciones para los mismos fines. Déjanos tu comentario debajo con algunas que tú ya conozcas y recomiendes.

5. Llévala contigo

Además de irte hacia la más alta tecnología, puedes estudiar la Palabra de Dios al estilo de la vieja escuela – ¡y eso se hace usando lápiz y papel! Escribe de diez a quince de tus versículos favoritos en tarjetas 3 x 5. Haz un agujero en la esquina de cada tarjeta y agárralos con un aro o anillo. Hojea las tarjetas varias veces al día para una dosis rápida de la verdad de Dios. Cambia tarjetas con nuevos versículos cada cierto tiempo.

6. Trabaja en equipo

Todo es más divertido con amistades, incluso sumergirse en la Palabra de Dios. Pídele a una o dos de tus amistades que te ayuden a rendirle cuentas sobre la lectura de la Palabra de Dios. Llámense o envíense mensajes de texto entre ustedes para recordarse leer la Biblia. Tengo dos amigas que me envían mensajes de texto cada mañana compartiendo lo que leyeron en la Biblia ese día. He descubierto que saber que ellas van a enviarme mensajes me mantiene responsable y me empuja de la cama en esos días en los que prefiero dormir más en vez de pasar tiempo en la Palabra de Dios.

7. Apégate a las historias

Jesús enseñó la dura verdad usando historias o parábolas. Este estilo de enseñanza ayuda a romper las complejas verdades acerca de Dios en pedacitos que son más fáciles de digerir. Para escuchar la verdad directamente de la fuente, enfócate en leer las enseñanzas de Jesús en uno de los evangelios.

8. Escúchalo predicar

Jesús más que un gran contador de historias, era un poderoso predicador. Su sermón más famoso es conocido como el Sermón del Monte (porque lo predicó en una montaña). Jesús cubrió todo, desde la oración hasta la salvación, en ese solo sermón. Si tú eres el tipo de estudiante al que le gusta escuchar a alguien desmenuzar lecciones en vez de buscar las respuestas correctas por ti misma, el Sermón del Monte es un gran lugar para empezar. Hay mucha verdad comprimida en ese solo sermón, es un pasaje como “la Verdad de Dios para principiantes”.

Tómate tu tiempo estudiándolo minuciosamente, y pídele a Dios que use este sermón para ayudarte a construir un fundamento de la Verdad. El Sermón del Monte puede encontrarse en Mateo 5-7. También puedes escucharlo en la Biblia hablada, en CD o mp3. No, no puedes escuchar el sermón realmente leído por Jesús (eso sería genial), pero puedes escucharlo siendo leído por algunas otras grandes voces. Esta es una buena opción si tú aprendes mejor escuchando.

9. Hablando de historias…

A nosotras las chicas nos encanta conectar con las demás personas. Somos más propensas a estudiar la historia de alguien que a memorizar hechos. Ésas son buenas noticias, porque la Biblia está llena, casi rebosante, de historias de personas que se han levantado y han sido firmes por la Verdad de Dios. Aquí está la gente que lo ha hecho. Vas a amar sus historias.

Noé: Génesis 5-10.

Josué: Libro de Josué (¡Él consiguió su propio Libro!).

Ana: 1 Samuel 1-2.

Juan el Bautista: Mateo 3, 11, 14, 16, 17; Marcos 6, 8; Lucas 7, 9; Juan 1. También es mencionado varias veces en el libro de los Hechos.

Pablo: Lee sobre la colisión radical de Pablo con la verdad en Hechos 9:1-22.

10. Consigue un entrenador

Está bien buscar ayuda de otros, mientras te mueves en la Palabra de Dios. Hay muy buenos estudios bíblicos disponibles, que pueden guiarte a medida que aprender más acerca de la Biblia. Puedes escoger estudios bíblicos que ayuden a enfocarte en un tema especifico (como son los chicos, las amistades o el servicio), estudios bíblicos que se enfocan en un personaje bíblico (como es David, María o Pablo).

Cuando se trata de buscar la verdad, no hay un camino correcto ni un camino incorrecto. Lo importante para ti es recordar que la Palabra de Dios es Verdad. Para que puedas aprovechar el poder de esa verdad, ¡debes encontrar una manera de entrar en la Palabra y entenderla!

Fuente: http://www.avivanuestroscorazones.com

¿Qué son las lecciones objetivas y cómo usarlas?

miércoles, diciembre 14th, 2016

«Jesús habló de todo esto a la gente por medio de parábolas, y sin parábolas no les hablaba. Esto fue para que se cumpliera lo que había dicho el profeta: “Hablaré por medio de parábolas; diré cosas que han estado en secreto desde que Dios hizo el mundo.” Mateo 13:34-35

INTRODUCCIÓN
Cuando tratamos el tema de Métodos de Enseñanza o de aprendizaje, nos encontramos con una variedad de formas de transmitir la enseñanza a los alumnos y alumnas. Dentro de esta lista de métodos existe una muy interesante que se llama “Lección Objetiva”.

Sin embargo, muchos se preguntarán ¿qué en una lección objetiva?, como su nombre lo indica, son enseñanzas mediante el uso de objetos con un propósito claro y específico. Por ejemplo, podemos presentar una aguja, una silla y hasta un simple papel y sacar de estos elementos excelentes enseñanzas. En la Biblia encontramos grandes enseñanzas doctrinales y teológicas mediante el uso de algunos objetos: “El cinto podrido” Jer.13:1-11; “la higuera estéril” Mt.21:18-22.

La primera vez que escuché sobre este tema me di con la sorpresa de que nosotros los Maestros, ya no teníamos excusas para no presentar una divertida y atractiva clase en la Escuela Dominical, y peor aún lamentarnos de carecer de visuales bíblicas. A pesar de que la tecnología está avanzando increíblemente con el uso de una biblioteca virtual de imágenes bíblicas dejando atrás a nuestro amado franelógrafo. Me parece que esta tecnología todavía tiene mucho trabajo por hacer para superar a las lecciones objetivas.

IMPORTANCIA
Las Lecciones objetivas son importantes porque son actividades que permiten la participación de los sentidos (Ver, oir, oler, probar y palpar).  El alumno podrá aprender la enseñanza de manera eficaz, además de entender, recordar y aplicarla en su vida.

CARACTERÍSTICAS
1. Son Atractivas: Por ser una enseñanza novedosa, ayuda a captar la atención del alumno y lo prepara para la enseñanza bíblica.
2. Son eficaces: Pues al captar la atención del alumno, también le será fácil recordar la enseñanza.
3. Son prácticas y concretas: No se necesita de tanto conocimiento ni de tecnología para manejarlas, sólo habilidad para desarrollarlas. Los resultados serán enseñanzas puntuales de acuerdo al tema.

¿COMO APLICARLAS? Existen dos maneras de armar una lección objetiva:
1. De objeto a texto bíblico: Cuando tenemos el objeto y recién buscamos un texto bíblico que se adapte al elemento. Podemos adquirir variedad de objetos que nos sirvan de reserva en algún momento, como por ejemplo: Pequeños juguetes para piñatas, animalitos de cuerda y objetos lúdicos.
2. De texto bíblico a objeto: Tenemos el texto bíblico y buscamos el objeto adecuado para la enseñanza. En este caso se puede pensar en dinámicas con pelotas, origamis, globoflexía o algún objeto que haya en casa.

Tener en cuenta lo siguiente:
1. Practique bien el ejercicio para que la presentación sea exitosa.
2. Tenga bien en claro el objetivo de la enseñanza.
3. Presente el objeto, maneje preguntas cómo ¿Qué es esto? ¿Para que sirve? ¿Tienes uno en casa?, etc.
4. Es necesario la participación de sus alumnos de acuerdo a los elementos que usa, lo que mencionamos anteriormente: Ver, oír, oler, probar y palpar.
5. Enlace la lección objetiva relacionándola con la enseñanza bíblica.

¿CUÁNDO APLICARLAS?

Las lecciones objetivas se adaptan en cualquier momento de la enseñanza: En la introducción, en el texto a memorizar y en la aplicación, en este caso con una duración no mayor de cuatro minutos.

EJEMPLO: «PUESTOS LOS OJOS EN JESÚS» (Heb. 12:2)

INDICACIONES: Antes de presentar este papelote con el gráfico, diga a sus alumnos lo siguiente: «Les voy a presentar un letrero que tiene una inscripción muy interesante. Los que entienden lo que dice se ponen de pie y los que no entiendan se quedan sentados. No vale soplar la respuesta.»

De inmediato presente el papelote y de seguro algunos que entiendan se pondrán de pie mientras que a los demás les será dificultoso entender. Finalmente guíe a sus alumnos a que fijen la mirada en la parte blanca y se concentren, así descubrirán que dice «JESÚS».

ENSEÑANZA PRÁCTICA:
En la Biblia encontramos un texto muy interesante que dice: «Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús sufrió en la cruz, sin hacer caso de los vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.» Hebreos 12:2

Muchas personas no conocen aún a Cristo porque fijan la mirada en las obras del enemigo de Dios «EL PECADO», sin fijarse en las obras de luz de nuestro Señor Jesucristo. Jesús está  cerca de ti y está esperando a que lo recibas como tu Salvador ¿Te gustaría recibirlo hoy mismo? (Realice una oración especial con ellos(as).

PAPELOTE

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Fuente: verory.blogspot.cl

«Todo puede ser borrado»

jueves, noviembre 24th, 2016

Cierto comerciante, había tenido mucho éxito en los negocios, hallándose en buena posición. Su madre, mujer piadosa, le había enseñado con fidelidad las verdades de la santa Palabra de Dios. Más, al llegar la virilidad y separarse de su hogar, se asoció con personas que desmentían la verdad de las Escrituras, es decir, incrédulos. Adoptó sus ideas y llegó a ser uno de ellos. Ya no iba a la Iglesia y, en su hogar no había lugar para la Biblia.

Su único hijito Teodoro, era muy inteligente y amado.

«Una tarde», relata él mismo, «cuando regresó a casa, Teodoro hallábase recostado en la cama medio desvestido. Mi esposa y yo, nos encontrábamos en la habitación contigua, al calor del fuego. Me había estado contando precisamente como nuestro niño se había conducido mal, ese día y que había tenido que castigarlo».

«El silencio que continuó fue interrumpido por el llanto en voz alta de Teodoro. Fui a verle y le pregunté que le pasaba».

«No quiero que esté allí, papá; no quiero que esté allí.»

¿Qué hijo mío?, ¿Qué?

«Papá, yo no quiero que los ángeles escriban en el Libro de Dios, todas las cosas malas que hice hoy. No quiero que estén allí. Quisiera que se pudieran borrar». Y, muy afligido, rompió a llorar nuevamente.

¿Qué hacer? ¿Dejarlo abandonado? La tristeza le quebrantaba el corazón; era imposible. En las enseñanzas incrédulas, no había ayuda para este caso, ni siquiera consuelo, de manera que tuve que acudir a las enseñanzas bíblicas de mi querida madre.

«Bueno, no necesitas llorar; si quieres, todo puede ser borrado».

«¿Cómo papá, cómo? Preguntó.

«Pues, ponte de rodillas y le pides a Dios que lo borre el amor de Jesucristo, y lo hará».

No fue necesario decírselo dos veces. Saltó de la cama, e inmediatamente se puso de rodillas. Quedó en silencio por unos minutos; pero, luego levantó la cabeza y me dijo:

«Papá, yo no sé que decir, ¿no quieres ayudarme?

¿Qué iba a hacer? Durante años, jamás había elevado una oración a Dios; pero la aflicción de mi pequeño era tal, que, hombre como era, me arrodillé al lado de mi hijo y le pedí a Dios que quitara sus pecados. Luego nos levantamos y él se acostó de nuevo. A los pocos momentos me dijo:

«Papá, ¿estás seguro que está todo borrado?

Entonces, a pesar de mi incredulidad me vi obligado a decirle:

«Pues sí, mi hijito, la Biblia lo dice. Si de veras estás triste por haber sido malo y lo pediste de todo corazón a Dios que te perdone, por amor de Cristo, El lo hace».

Una sonrisa de satisfacción pasó por su rostro al preguntar: «Papá, ¿y con qué lo borraron los ángeles?».

Y, nuevamente, haciendo a un lado mi incredulidad le respondí:

«Con la preciosa Sangre de Cristo».

Entonces, se quedó dormido. Al entrar en nuestra habitación y relatarle lo sucedido a mi esposa, ambos nos conmovimos. Llorábamos como niños; y, juntos nos arrodillamos y le pedimos a Dios que perdonara nuestros pecados y nos hiciera sus hijos.

«Vía más Excelente»

11 consejos para ayudar a tus hijos a estudiar la Biblia

miércoles, noviembre 16th, 2016

Las horas del día se nos hacen pocas, con tantas cosas que debemos hacer, que muchas veces dejamos de lado el enseñarle a nuestros hijos de la Palabra de Dios, con todas las corrientes y doctrinas que están en contra de Dios; esto es primordial!!.  A continuación te dejamos 11 pasos para compartir con tus hijos y así aprovechar de estudiar toda la familia la Biblia:

1.- Traten de cenar juntos en forma regular.

2.- Puede resultar bueno que los padres se sienten juntos para guiar las conversaciones bíblicas de sus hijos.

3.- Abran el tiempo de cenar preguntando si alguno de ellos tiene algún motivo especial para orar.

4.- Un miembro diferente de la familia abrirá el tiempo de cena, cada noche en forma alternada, siguiendo cada pedido de oración. De esta manera, cada uno aprenderá a orar en voz alta.

5.- Mientras cenan pregunten como ha sido el día para cada uno de ellos y comenten como ha sido el de ustedes, padres, de acuerdo a lo que los niños pueden y deben saber.

6.- Que la Biblia esté cerca de los padres y que sea en una versión de comprensión para los niños. Que alguno de los presentes lean el pasaje correspondiente mientras los otros siguen comiendo y escuchan con atención.

7.- Luego, uno de los padres explica el pasaje en términos sencillos, quizás el significaos de alguna palabra, y muestra alguna explicación de lo leído.

8.- Haga preguntas que motiven a la discusión y guíe la conversación a fin de que sea provechosa para todos.

9.- Permita que la conversación fluya naturalmente. Escuche con atención a sus hijos y deje que ellos respondan las preguntas que sepan. Añada lo que a ellos se les escapa y responda las preguntas más complicadas. De manera amorosa corrija cuando haga falta y asegúrese de que las respuestas sean correctas.

10.- No dude en reconocer sus propios errores si de alguna manera surge en la conversación demostrándoles que usted tiene un corazón dispuesto a reconocer sus propios errores. Esto demostrará la humildad que se aprende en las Escrituras.

11.- Al terminar la cena, pregunte si ha quedado alguna pregunta o duda de lo conversado y respóndalas.

Quizás al principio será difícil hacer los 11 tips de una sola vez, pero puede comenzar con 2 o 3 y seguir agregando las otras hasta completarlas.

www.poderygloria.com

Susana Wesley: Un legado que trasciende siglos

martes, marzo 22nd, 2016

Susana creció en un ambiente piadoso; su papá, fue un hombre muy usado por Dios. Ella fue la mayor de 25 hermanos. Se la describe con un carácter de benignidad, gozo, disciplina, y sobriedad. Estudiaba con ahínco y aprendió griego, latín y francés cuando aun era joven. Sus libros de estudio fueron la Biblia, libros de teología y los escritos de la Iglesia primitiva.

Se la llama «la madre del metodismo» debido a los métodos que empleaba en la crianza de sus hijos para hacer de ellos hombres de bien, y hombres de Dios. Dedicaba dos horas por día (una a la mañana y otra a la tarde) para estar a solas con Dios. Fue una mujer de oración, que oraba y meditaba y además llevaba su fe a la vida cotidiana. Fue madre de 19 hijos (ocho de los cuales murieron infantes). Su vida no fue fácil. Su presencia y su personalidad firme, su educación, su capacidad organizativa, sus métodos, fueron claves en la crianza de los hijos y en el ambiente hogareño. Tenía un propósito definido.

Dispuso métodos prácticos por los cuales logró una vida ordenada. Ella conocía bien las ventajas del orden y la disciplina, de modo que plasmó esa disciplina sistemática en la vida de sus hijos. Se esforzó en formar buenos hábitos en sus hijos. Dispuso el tiempo para dormir, para comer, para descansar, para levantarse etc. (incluso desde bebés). Era puntual en sus actividades y quehaceres, y aun ante los imprevistos mantenía el orden en su hogar. Eso transmitía una impactante seguridad a los niños. Susana siguió implementando sus métodos con sabiduría y sin desviarse, sabiendo que sus efectos serían de gran provecho para ellos.

Educó a sus hijos para controlar sus apetitos y deseos de modo que estos no gobernaran sus vidas. Participaban del culto familiar, y la oración. «Me esfuerzo por capturar la voluntad de un hijo desde su temprana edad y trato de cuidarla hasta que el niño la entregue a Dios. Este es el único, fuerte y razonable cimiento de una educación, sin la cual, ningún precepto ni ejemplo tendrá efectos», decía. Enseñó metódicamente a sus hijos, y dedicó seis horas diarias durante veinte años con ese fin. Cantaban y usaban la Biblia como libro de texto. No solo era una enseñanza académica: «Hay muy pocas personas que dedicarían los mejores veinte años de su vida para salvar las almas de sus hijos.», escribió a su hijo Juan. Ella escribió tres libros: A Manual of Natural Theory (Un manual de teoría natural), An Exposition of the Apostles’ Creed (Una explicación del credo apostólico) y An Exposition of the Ten Commandments (Una explicación de los diez mandamientos).

Se abocó a edificar en sus hijos un carácter piadoso. La enseñanza metódica de Susana no solo educó a sus hijos sino que los formó como verdaderos cristianos. Ella ejerció un sabio equilibrio entre la disciplina y el amor. Permitía los juegos, las risas y el bullicio de los niños como es normal, pero les enseñó la importancia de tiempos de quietud, de oración, de estudio y de trabajo. Fue una madre muy cariñosa, y sus vecinos testificaban que su hogar se destacaba por el amor. Cultivar las huertas, cuidar los animales, ordeñar las vacas, sembrar, y otras tareas similares constituían buenos hábitos y eran además lecciones objetivas para sus hijos. Todos sus hijos al morir estaban “en el Señor”. Juan sobresalió en la organización y administración de las iglesias metodistas. Carlos,aunque también predicaba, se destacó escribiendo himnos.

Muchos historiadores sostienen que «Susana Wesley es la madre de la iglesia metodista». Los críticos consideraban que había muchos métodos en la forma de vida de Juan, Carlos y sus amigos, de modo que los llamaron “metodistas”. Pero ellos solo implementaban y transmitían los principios y métodos de enseñanza que aprendieron de su madre. Al estudiar el movimiento metodista, observamos el impacto que Susana tuvo en sus hijos. Su consagración, la disciplina y el orden, el amor, sus devocionales privados (sus tiempos de estar a solas con Dios), el aborrecer lo malo, su enseñanza metódica de las verdades de la fe, y el tiempo dedicado a su hijos dieron un fruto que sigue creciendo hasta el día de hoy.

Si tu prioridad dada por Dios es el transmitir la verdad de la Palabra a tus hijos, y formar un carácter cristiano en ellos, recuerda que al hacerlo estás bendiciendo a las próximas generaciones. Transmites vida espiritual a una sociedad que está desesperada y necesitada del amor de nuestro Dios. ¡Tu esfuerzo vale la pena y resultará en mucho bien!

 

Fuente: mujeresdepuertadelcielo.blogspot.cl

Noviazgo con no cristianos. Parte II

miércoles, noviembre 4th, 2015

II.SI DECIDES SALIR CON ÉL O ELLA

Si has tomado la decisión de salir (vuelvo a insistir, no de comprometerte o casarTe, lo cual, creo que es contrario a aquello que nos enseña la Biblia) o ya estás saliendo con una persona no cristiana, es muy importante que tengas en cuenta algunos aspectos básicos que me gustaría comentar contigo de forma más extensa.

A.La importancia de contrapesos que equilibren tu relación sentimental

Durante la etapa del enamoramiento se produce, con demasiada frecuencia, una pérdida de la objetividad por parte de la persona enamorada. El enamoramiento ha sido definido como una respuesta emocional a la imagen que nos hemos creado de la otra persona. El enamorado, por decirlo de otra manera, no ve la realidad, ve más bien aquello que desea ver. El enamorado proyecta sobre su pareja una imagen irreal, mezcla de sus deseos, ilusiones y esperanzas y, consecuentemente, se relaciona con la misma y no siempre con la realidad.

El enamorado no ve, o más bien, no desea ver, la realidad. Los defectos, las primeras y claras evidencias de que el amado o la amada no son como ellos creían son reprimidos, justificadas y sublimadas. Con una ilusión, en ocasiones rayana en lo infantil, la persona enamorada desea creerse que todos los posibles problemas se arreglarán como en un mágico cuento de hadas. De nuevo, es preciso afirmar que el enamorado no ve la realidad, tan sólo, en muchas ocasiones ve aquello que su ilusión, su esperanza, sus sentimientos desean ver.

No es una barbaridad afirmar que durante el enamoramiento se produce una pérdida notable de la capacidad de ser objetivo. Se da el caso, de que en una determinada relación, todas las personas que la rodean, pero no están involucradas emocionalmente, son capaces de ver y valorar cosas, situaciones, conductas, actitudes, que los novios no son capaces de ver, o no desean ver. Rara vez los consejos, advertencias, avisos y valoraciones externas sirven para algo, especialmente si uno de los enamorados cierra sus ojos ante la realidad y se empeña en ver aquello que desea ver.

Otro de los aspectos que hacen necesario el tener unos buenos contrapesos que equilibren nuestra relación sentimental es la vinculación emocional que se produce con aquella persona que estamos saliendo. Mi experiencia pastoral me ha permitido observar que, con gran frecuencia, la persona cristiana es consciente de su auténtica situación. No es extraño que se llegue a un punto en la relación en que el creyente reconozca que las cosas no van bien, que la persona con la que está saliendo no manifiesta ningún interés por el evangelio, o incluso, es abiertamente contraria. El cristiano puede llegar al punto de ser consciente que aquella relación, de continuar, tendrá serias implicaciones para su relación personal con el Señor, sin embargo, la vinculación emocional se ha hecho tan grande, que hace doloroso el mero hecho de pensar en romper la misma.

Llegados a este punto, el creyente puede entrar en una auténtica batalla emocional. Por un lado, será consciente de aquello que Dios espera de Él, una conciencia, que con frecuencia va en aumento. Por otra parte, su vinculación emocional y afectiva le producirá un gran dolor al pensar y plantearse la posibilidad o necesidad de una ruptura. Situaciones de este tipo se resuelven de maneras muy variadas. En ocasiones, el cristiano romperá su relación con Dios, de esa manera, pretenderá acallar la voz del Espíritu Santo que redarguye su corazón. Otras veces, el creyente romperá la relación emocional, no sin un profundo dolor y sentimiento de pérdida.

Creo que la vinculación más peligrosa que se puede establecer entre una persona cristiana y una que no lo es, es aquella vinculación que está basada en el sexo. Si la pareja tiene relaciones sexuales, sea con coito incluido, o sin él, la fuerza de la atracción sexual hará mucho más difícil, si no imposible, el romper dicha relación. Acostumbra a pasar que las parejas que han incluido el sexo en su relación previa al matrimonio, vean como éste desplaza el resto de las áreas que deben desarrollar como futuro matrimonio. La comunicación emocional, intelectual y espiritual, mucho más costosas y laboriosas en su desarrollo y construcción, quedan totalmente desplazadas por el vínculo sexual, mucho más gratificante, fácil de practicar y fácil de enmascarar como un intercambio emocional.

Aquellos creyentes que estén saliendo con una persona no cristiana y tengan relaciones sexuales, bien sea por propia iniciativa, o por ceder a las presiones de la otra persona, entran en una dinámica peligrosa. Esta, no solamente les causará dolor y efectos emocionales, sino que, además, hará mucho más difícil la ruptura de la relación, incluso, aunque el cristiano haya llegado a una clara comprensión de la necesidad de hacerlo. El sexo es una trampa que atrapa en sus redes.

B.Tres contrapesos básicos

Quisiera en este apartado poder compartir con el lector los que considero deberían ser tres contrapesos básicos a desarrollar cuando se tiene una relación con una persona no cristiana.

El primero de ellos sería tener los límites claros. Al decir los límites me refiero a tener decidido si el matrimonio con una persona no cristiana es una opción válida o no para el creyente. Ya hemos hablado lo que la Biblia enseña al respecto, ahora bien, cada persona ha de decidir si va a vivir bajo el consejo de la Palabra de Dios. Todo creyente ha de tener claramente establecido si la fe cristiana es una cualidad no negociable a la hora de plantearse la relación con una persona de cara a un posible matrimonio.

Además, los límites han de establecerse en frío, es una decisión que debe tomarse antes de comenzar ningún tipo de relación. Es una decisión que debe estar establecida antes de que el enamoramiento empañe nuestra capacidad para tomar decisiones sabias y equilibradas.

Si para nosotros es un aspecto no negociable que nuestro futuro cónyuge sea creyente, debemos verbalizar claramente nuestros límites y expectativas a la persona con la que pretendemos establecer una relación. Esta, tiene el derecho y la necesidad de entender cuál es nuestra perspectiva de la vida y cuáles son las exigencias que esperamos de alguien con quien deseamos plantearnos un proyecto de vida en común.

No debemos engañarnos al respecto, también la persona no creyente tiene sus expectativas, sean estas conscientes o no conscientes, las verbalice o no las verbalice. Sus expectativas están ahí, y serán las que decidan y determinen que nos acepte o no como la persona con la que construir un futuro común.

Desgraciadamente, para muchos creyentes la fe no forma parte de sus no negociables. Su relación personal con Dios es moneda de cambio y puede ser sacrificada por un muchacho inteligente, una muchacha hermosa o una persona que realmente satisfaga sus necesidades emocionales.

Existen jóvenes que nunca se plantearían un proyecto de vida en común con alguno de distinto color de piel, alguien que estuviera imposibilitado físicamente, o alguien que no tuviera su nivel social. De entrada, son opciones descartadas que ni siquiera se plantean. Ahora bien, están abiertos a un proyecto de vida en común con alguien no cristiano, la fe no es para ellos un requisito sine qua non, dicho en castellano llano y claro, no es una cláusula indispensable del contrato. El lugar que la fe ocupe en el perfil del tipo de persona que busquemos dice mucho de la importancia que ocupa en nuestras propia vida y experiencia.

Si el creyente tiene claramente establecidos sus límites antes de comenzar una relación y los ha anunciado con claridad a la persona no cristiana, puede ahorrarse muchos problemas futuros y hacer más fácil la ruptura si esta fuera necesaria.

El segundo contrapeso es tener una estructura de dependencia mutua. En el idioma inglés existe una palabra que expresa esta idea con más claridad, se trata de la palabra accountability. La idea que quiero expresar es que toda persona que se arriesgue a comenzar a salir con un no creyente necesita tener cerca una persona o personas que puedan actuar de contrapeso en su vida.

Se trata de alguien a quien nosotros, libremente, damos autoridad para supervisar nuestra vida. Esta autoridad llevará a dicha persona a hacernos las preguntas difíciles, darnos la perspectiva correcta en los momentos en que hemos perdido la objetividad, indicarnos cómo ve las cosas desde el exterior y sin la vinculación emocional que nosotros podemos llegar a tener al salir con alguien no cristiano.

Necesitamos alguien que tenga el valor y la autoridad delegada por nuestra parte para confrontarnos con la verdad y la realidad. Sin duda, no es una tarea fácil para aquella persona que debe hacerlo, tampoco lo será para nosotros el vernos confrontados con una realidad que, en muchas ocasiones, no nos gustará ni nos hará sentir cómodos.

Sin embargo, esta persona puede ser de una ayuda increíble para nosotros. Será el contrapeso que nuestra relación necesitará. En muchas ocasiones, será la única vinculación con el mundo real, la única luz que nos marque la dirección correcta en el marasmo y la niebla que producen las emociones descontroladas. Creo honestamente que la persona que ya se encuentra en medio de una relación con otra persona no cristiana, o aquella que está pensando entablarla y carecen de este tipo de ayuda, se encuentran en un serio peligro.

Finalmente, el último de los contrapesos sería tener una fuerte relación personal con el Señor. Siempre, en todo momento de nuestras vidas es preciso mantener este tipo de relación con el Padre. La relación con el Dios nos permite discernir su voluntad, analizar nuestra vida a la luz de su Palabra y sus mandamientos, entender la manera en que debemos orientar nuestra vida cotidiana. De la misma manera, cuando estamos expuestos a la presencia del Señor, el Espíritu Santo nos muestra el pecado en nuestra vida y nos lleva al arrepentimiento y el cambio.

Cuando pretendemos una relación con alguien no cristiano o ya estamos inmersos en la misma, la relación con el Señor se hace mucho más vital y necesaria si cabe. Si mantenemos una fuerte y constante comunión con Él tendremos acceso a comprender la dirección de nuestra relación y los pasos que debemos de dar. El Señor nos dará claridad acerca de qué pasos y decisiones debemos tomar.

Desgraciadamente, la realidad pastoral me enseña que en muchas ocasiones, los jóvenes que están saliendo con personas no cristianas tienden a romper su relación personal con Dios y alejarse de Él. Con frecuencia, esto sucede cuando el creyente recibe de parte del Señor impresiones con respecto a la necesidad de romper dicha relación. Entonces, tal y como anteriormente mencionamos, se produce una lucha emocional entre el amor hacia la persona y el sentido de culpa y de desobediencia hacia el Señor. Muchos creyentes, desgraciadamente, resuelven el problema apartándose de Dios, de esta manera reducen su sentido de culpa y su malestar ante la desobediencia. Esto ocurre especialmente cuando el creyente consciente o inconscientemente ha decidido que no romperá dicha relación y la continuará adelante.

III.CUANDO ES NECESARIO ROMPER

Romper una relación sentimental siempre es duro, difícil y, en muchas ocasiones, muy doloroso. Ahora bien, todo el dolor que una ruptura pueda llegar a producir es preferible a las consecuencias que puede tener en el futuro una relación matrimonial con una persona no cristiana, consecuencias, que en el mejor de los casos tan sólo nos afectarán a nosotros, y en el peor, también a nuestros posibles hijos. Sin duda, la ruptura será más difícil y costosa cuanto más grande sea la involucración emocional entre ambas personas.

Ya hemos mencionado que la relación personal con Dios no está al mismo nivel que un pasatiempo, un gusto determinado o una opción musical. No se trata de que a una persona le gusta el fútbol y a la otra no. No es una cuestión de que a mí me gusta el rock y a ti la ópera alemana, especialmente, Wagner. No estamos hablando de diferencias y disparidades con las que se puede convivir perfectamente, al fin y al cabo, los cónyuges no han de ser clones, han de tener su propia personalidad.

Estamos hablando de la relación personal con el Señor. Algo que es vital y esencial en la vida de un creyente. Estamos hablando de nuestra columna vertebral ideológica y vital. La columna alrededor de la cual se articulan nuestras creencias, valores, prioridades, expectativas y se conforma todo nuestro estilo de vida. No nos engañemos, no nos dejemos engañar, no es una cuestión de simples preferencias personales o diferentes puntos de vista.

A menudo el cristiano se ilusiona y mantiene viva la esperanza de que tarde o temprano la otra persona cambiará. Incluso, puede llegar a espiritualizar su ilusión y afirmar que se ha de tener fe en Dios, su poder y su intervención sobrenatural en la vida de las personas. Naturalmente, todo lo anterior es cierto, muy cierto, ahora bien, no debe confundirse la confianza en Dios con la ilusión y la sublimación de nuestras expectativas.

¿Puede Dios cambiar la vida de la persona no cristiana? Naturalmente, Dios puede cambiar la vida de cualquier persona que… desee ser cambiada y no tenga un corazón endurecido y rebelde. Nadie puede ser salvado contra su voluntad. Dios invita, no fuerza. Dios llama, no empuja. Entonces ¿Cuándo debemos tener esperanzas fundadas?

Cuando llevo a cabo mi trabajo pastoral con creyentes que han establecido relaciones sentimentales con no creyentes, siempre les doy el mismo consejo. Cuanto antes, deben invitar a la persona con la que están saliendo a estudiar la Palabra de Dios. Esto puede hacerse ellos mismos juntos, con otra gente, en un pequeño grupo, o como sea. La forma no es el punto clave. El punto clave es la disponibilidad de la persona no creyente a exponerse a la Palabra de Dios.

La respuesta a esta invitación es un indicador muy claro de lo que el creyente puede esperar de la otra persona. No podemos forzar al no cristiano a la conversión. Si Dios no lo hace, no somos nosotros nadie para hacerlo. Ahora bien, creo que tenemos el derecho a esperar del no creyente un interés genuino y un deseo de entender y conocer algo que es de tremenda importancia para nosotros.

Por amor, la persona no cristiana debería de estar dispuesta a hacer el esfuerzo de tratar de entender y tratar de valorar una dimensión de nuestras vidas vital, clave y sobre la que se articula todo nuestro proyecto vital. Negarse a hacerlo es una clara evidencia de varias cosas. Un desinterés cierto por aquello vital e importante para nosotros. Una actitud cerrada hacia Dios, que no necesariamente cambiará en el futuro ¿Por qué habría de cambiar?. Una evidencia del lugar que las cosas espirituales ocupan en su vida. Una insensibilidad por querer conocernos tal y como somos. Una cerrazón a una comunión integral en ese posible proyecto común.

Sería como si nuestro novio/a nos dijera: Mira, no me hables de tu familia, me tiene totalmente sin cuidado. No quiero saber nada ni de tus padres, ni tus hermanos. Para mí, es como si no existieran. Tú puedes relacionarte con ellos. Visítalos tantas veces como desees. Ahora bien, a mí no me inmiscuyas. ¿Cómo te suena? Violento ¿Verdad? Naturalmente, porque semejante rechazo implica un rechazo de quién tú eres. Es cierto que la familia debe ocupar su lugar y no inmiscuirse en la relación de la pareja, pero aquí estamos hablando de un rechazo hacia nosotros mismos. Nosotros no podemos ser entendidos sin una valoración de nuestros orígenes, especialmente si nuestras familias son positivas, edificantes y de apoyo para nosotros.

Resumiendo, si la persona no cristiana rechaza el estudio de la Palabra, está enviando una señal muy clara que debería llevar al creyente a una seria reflexión sobre la conveniencia de continuar adelante una relación con dicha persona. El hacerlo, traerá como consecuencia una mayor vinculación emocional. Esto, implicará o más dolor si la ruptura se ve necesaria en el futuro, o bien, una incapacidad de tomar las decisiones necesarias debido a la fuerte dependencia emocional establecida con la otra persona.

Muchos cristianos se cierran a la interpretación de esta señal clave. La ilusión les hace apartar la vista e imaginar un futuro sobre el cual no tienen ningún tipo de evidencia, eso sí, negando todas las evidencias que señalan en la dirección contraria. Es posible argumentar que algunas personas han cambado, de una actitud negativa al principio han pasado, incluso, al conocimiento personal del Señor. Naturalmente, eso es posible y cierto. Pero eso no debe empañar la realidad de que hablamos de casos minoritarios y que continuar adelante implica unos serios riesgos que el creyente debe de considerar y sobre los cuales no debe engañarse. Me parece bien mirar los ejemplos positivos, ahora bien, no debe hacerse a costa de taparse los ojos ante los negativos y dañinos.

A pesar de todo puede llegar un momento en que la ruptura sea vista por el creyente como algo necesario. Si esto sucede, hay dos puntos que deberían ser considerados.

A.La disponibilidad a pagar el precio

La vida cristiana tiene un precio. No debemos confundir una salvación gratuita con una vida cristiana fácil. La historia bíblica y la de la iglesia está llena de ejemplos de personas que tuvieron que pagar un amplio precio por su fe en el Señor. Incluso hoy en día, en muchos países, la conversión implica un desarraigo social que incluye el rechazo del nuevo creyente por parte de su familia y amigos.

El discipulado tiene un costo, y éste, es diferente para cada persona. Para algunos creyentes puede ser la ruptura de una relación que no es correcta a los ojos del Señor. El hacerlo implicará dolor, pero también crecimiento y maduración. Dios irá formando el carácter de su Hijo en nuestras vidas (Romanos 8:28-29). Lo contrario, indefectiblemente minará nuestra relación con Dios y puede traer consecuencias negativas en el futuro.

B.Una cuestión de fe y confianza

Una de las razones que impide a muchas personas cristianas romper una determinada relación, incluso cuando lo ven necesario y se dan cuenta de los peligros y consecuencias, es el miedo a la soledad, un miedo que se acrecienta con la edad. Se trata del temor a que no seamos capaces de encontrar otra persona. Este miedo hace que colocadas en la balanza las ventajas y las desventajas, ésta se incline hacia las desventajas, que quedarían compensadas por la compañía del alguien en nuestras vidas. Hemos de reconocer, desde el punto de vista pastoral, que se trata de un argumento de peso y comprensible humanamente.

Es aquí precisamente donde entraría el aspecto de la fe, es decir, de la confianza en el Señor. Creemos que Dios tiene un plan para la vida de cada persona y que su plan siempre es el mejor. Evidentemente, nunca tenemos una total comprensión del mismo, y pocas veces de rasgos significativos del mismo. Lo cierto es que Dios nos da cada día lo suficiente para dar un paso más y seguir confiando en Él. Es por eso que la vida cotidiana es una ejercicio de fe y, tal y como afirmaba Pablo, «por fe andamos, no por vista»

Si la ruptura se ve como necesaria es preciso confiar en que es la mejor opción del Señor para nuestras vidas. Que por medio de la misma nos está protegiendo de posibles males mayores y una probable infelicidad futura y que Él, conforme a su voluntad puede, si así lo desea, proveernos de la persona más adecuada para nuestras vidas. Pero como todo en esta vida es una cuestión de decisiones y la vida cristiana no puede ser comprendida sin la confianza en Dios y ésta, necesariamente, implica tomar riesgos que nos colocan en posiciones de vulnerabilidad.

Quiera el Señor que estas palabras puedan servir para echar un poco de luz sobre la situación de muchos muchachos y muchachas de nuestras iglesias que están inmersos en relaciones con personas no cristianas. Quiera así mismo el Señor que de esta manera puedan tomar las decisiones más sabias, correctas y acordes con la Palabra y la voluntad de Dios, las cuales, serán sin duda las que les proporcionarán mayor felicidad.

IV.UNA NOTA FINAL

Escribo este último punto cuando mi artículo ya estaba terminado. Lo hago animado y motivado por los consejos de buenos amigos y compañeros de ministerio, los cuales, con sus comentarios me han hecho ver la necesidad de tratar un tema muy importante.

Si recomendamos que es mejor no entablar relaciones con vistas a un futuro proyecto vital con personas no cristianas ¿Qué alternativa queda? Especialmente, para aquellas o aquellos que tienen un número limitado de opciones dentro de su comunidad o iglesia local. Buena pregunta y serio problema.

Desde una perspectiva pastoral debemos de dar respuesta a esa necesidad. Creo que no es honrado el cerrar puertas a las personas y no preocuparnos por dar alternativas creativas. Sin embargo, estas alternativas son muy limitadas, tan limitadas, que tal vez sólo existe una opción, fomentar de manera premeditada el compañerismo cristiano más allá de los límites de nuestra iglesia local.

Los pastores hemos de tener la suficiente visión y sabiduría para darnos cuenta que fomentar el compañerismo intereclesial e interdenominacional se vuelve, en estos casos, una tremenda necesidad y, tal vez, la única opción que impida que muchos chicos y chicas busquen una salida a sus necesidades emocionales fuera del contexto de la comunidad de la fe.

Desde tiempo inmemorial, los campamentos han sido una oportunidad para que muchachas y muchachos cristianos de diferentes trasfondos y contextos pudieran ponerse en contacto y cultivar amistades genuinas. Los campamentos y otras actividades de este tipo cumplen una importante función social que no hemos de menospreciar y, contrariamente, si haríamos bien en fomentar. Por medio de ellos, jóvenes de ambos sexos que tienen la necesidad legítima de encontrar una pareja, pueden contactar, llegar a conocerse y, eventualmente, si Dios prospera, salir juntos.

Yo conocí a la que hoy es mi esposa en un campamento interdenominacional. Nacido y educado en una pequeña iglesia local, mis posibilidades de encontrar pareja eran más que limitadas. De no haberme involucrado, desde bien joven, en actividades que superaban los límites de mi iglesia y denominación habría tenido que buscar una salida para mis necesidades emocionales fuera de la iglesia. Dios proveyó por medio de este tipo de actividades.

En ocasiones, los líderes cerramos la posibilidad de que los jóvenes de nuestras iglesias se relacionen con jóvenes de otras iglesias, incluso, aunque sean de nuestra propia denominación. El miedo a que puedan abandonar nuestra congregación e irse a otra nos lleva a este tipo de actitudes. Sin embargo, tal vez no somos conscientes del peligro que esto puede implicar en algunos casos, ya que al cerrar las puertas al compañerismo sano y genuino con otros creyentes, podemos empujar a muchachos y muchachas a buscar en la sociedad no cristiana la respuesta a sus necesidades.

Mi propuesta es que los pastores seamos conscientes de esta necesidad y fomentemos que nuestros jóvenes tengan la oportunidad de estar expuestos a otros jóvenes, aunque no sean de nuestro contexto o denominación. Animarlos a hacerlo, sabiendo y siendo conscientes de que de esta manera estaremos favoreciendo y previniendo la posibilidad de que se vean forzados a relaciones fuera de la iglesia.

Del mismo modo, hemos de ver como total y absolutamente genuino el que muchachos y muchachas asistan a campamentos y actividades motivados, no únicamente por un mayor conocimiento de la Biblia, sino también por un mayor conocimiento de personas del sexo contrario. Al fin y al cabo, ¿no fue Dios quien afirmó que no era bueno que el hombre estuviera solo?

Fuente: www.especialidadesjuveniles.com

Noviazgo con no cristianos. Parte I

martes, noviembre 3rd, 2015

Hay ciertos temas de pastoral juvenil que necesitan ser tratados a pesar de que resulte incómodo, difícil o incluso comprometido hacerlo. Hemos de llevarlo a cabo porque están ahí, porque son realidades que, tanto si nos gustan, como si no, las tenemos de pleno en nuestras comunidades y las seguiremos teniendo siempre. No hablar de estos temas y no dar una orientación pastoral no va a resolverlos ni hará que dejen de existir, pero si provocará que muchos jóvenes no puedan recibir una luz de orientación en medio de su situación y, tal vez, con la ayuda del Señor encontrar la sabiduría y el coraje para tomar las decisiones adecuadas.

Tal vez, llegados a este punto es preciso que establezca claramente cuál es mi posición doctrinal con respecto al tema. Creo que la Escritura es tajante y meridianamente clara con relación al tema de los matrimonios mixtos, es decir, entre un creyente y una persona no creyente. En 2 Corintios 6: 14, el apóstol Pablo indica: «no os unáis en yugo desigual con los no creyentes» Es cierto, que este pasaje no se refiere de forma específica al matrimonio, sin embargo, no es menos cierto que también se puede incluir el matrimonio en este tipo de relaciones no recomendadas por el apóstol y, así ha sido tradicionalmente interpretado por la iglesia cristiana a través de los siglos.

Si el versículo antes mencionado lo leemos a la luz de otra declaración paulina, en este caso la que hallamos en 1 Corintios 7:39, las cosas quedan mucho más claras. Aquí, el pasaje dice: «Durante la vida de su marido, la mujer está ligada a él; pero si el marido muere, la mujer queda libre para casarse con quien le plazca, siempre que se trate de un matrimonio cristiano» (N.T.I.)

Así ha sido siempre la creencia y, en general, la práctica cristiana, casarse en el Señor, es decir, el matrimonio entre personas que tienen una misma fe, que tienen una relación personal con Jesús y lo aceptan como Señor y Salvador.

Hasta aquí, la unanimidad de la cristiandad es prácticamente total, sin embargo, a partir de este punto comienzan las discrepancias entre los creyentes. Algunos consideran que la recomendación de la Biblia incluye, no sólo el matrimonio, sino todo tipo de relación con personas no cristianas. Por tanto, siguiendo esta postura, la amistad o el explorar la existencia de posibilidades de matrimonio con personas que no pertenezcan a la fe estaría totalmente vedada.

Otros, tienen una aproximación diferente al asunto, consideran que la posibilidad de explorar un posible proyecto común con personas no creyentes sería factible, aunque éste, no podría llevarse a término si la persona no creyente no diera un paso definitivo hacia la fe en Cristo.

Debido a que pueden producirse malentendidos a la hora de leer este artículo, desearía definir los términos que voy a usar a lo largo del mismo. En mi modesta opinión existen tres etapas diferentes: amistad/salir juntos, noviazgo y matrimonio. Es importante definir qué entiendo por cada uno de ellos debido al hecho que la terminología puede variar de un país a otro a pesar de que hablemos la misma lengua.

El matrimonio es tal vez, el más fácil de definir. Se trata de la unión, de por vida, ante Dios y las autoridades civiles de dos personas de distinto sexo. El noviazgo, aunque pueda ser usado de forma diferente en otros lugares, lo describiré como una relación entre dos personas que ya han tomado la decisión de casarse, formar un hogar y desarrollar un proyecto de vida en común.

La amistad/salir juntos, lo quiero definir como ese periodo en que dos personas se conocen y van discerniendo la posibilidad de poder desarrollar un proyecto de vida en común. Durante este periodo, un muchacho y una muchacha van conociendo más en profundidad el carácter, la personalidad, los valores, las prioridades, las metas en la vida del otro y, será este conocimiento el que ha de llevarles a la decisión de la posibilidad o imposibilidad de poder desarrollar ese proyecto común que se llama matrimonio. Hay ocasiones en que el salir juntos desembocará en una ruptura ya que, uno de los dos, será consciente de que un proyecto de este tipo no le conviene o no le satisfaría. En otras ocasiones, el resultado final será el matrimonio, ya que se llegará a conclusiones diferentes a las antes mencionadas.

En mi opinión creo que es legítimo para una persona cristiana tener amistad o salir con personas no cristianas. Sin embargo, considero que el noviazgo y el matrimonio no deberían de estar incluidos en los planes del creyente.

Ahora bien, nada más lejos de mi intención que el entrar en polémica con aquellos hermanos que piensan de forma contraria a la mía y consideran, por tanto, que el creyente no debería ni tan sólo plantearse relaciones de amistad, sea con personas del mismo sexo o del sexo contrario, si estas no pertenecen al ámbito de la fe. Respeto profundamente dicha opinión y considero que estos hermanos tienen el derecho y el deber de vivir conforme a los dictados de su conciencia, sin embargo, creo que merezco el mismo derecho para mi opinión, la cual también considero basada en la honesta comprensión de las Escrituras.

Quisiera finalizar esta introducción volviendo a reafirmar el carácter pastoral de este artículo. No pretendo animar a nadie a salir con una persona no cristiana, es una opción peligrosa como después veremos. Tampoco pretendo justificar a aquellos que han decidido hacerlo. Deseo dar una perspectiva pastoral sobre una realidad que está ahí y no es posible obviar.

I.LOS INCONVENIENTES DE LAS RELACIONES CON PERSONAS NO CRISTIANAS

Mi dilatada experiencia pastoral entre jóvenes me ha permitido poder observar y, también verme involucrado pastoralmente, en muchas relaciones entre muchachos y muchachas creyentes y sus parejas no creyentes. Si he de ser honesto y no faltar a la verdad, he de afirmar que por una de estas relaciones que ha acabado bien, han habido una gran cantidad que han acabado con el total alejamiento de la persona creyente del círculo de la fe y la comunión con los hermanos.

También he de afirmar que todos aquellos que acabaron tan tristemente estaban seguros y convencidos de que a ellos no les iba a suceder, de ninguna de las maneras, una situación de ese tipo. Sin embargo, son muchos los factores involucrados en una relación entre creyentes y no creyentes y, en muchas ocasiones, tienen un efecto sobre la vida del cristiano que éste, no puede predecir ni controlar. Veamos algunos de ellos.

A.Una perspectiva de la vida diferente

En el pasaje antes mencionado Pablo afirma «¿tienen algo en común la luz con las tinieblas?» Los creyentes somos repetidamente llamados en la Biblia hijos de la luz, del mismo modo, los no creyentes son denominados como hijos de las tinieblas, personas, que ellas mismas, viven en tinieblas. El contraste no puede ser más evidente, y esa evidencia se pone de manifiesto de una manera más clara en formas diferentes, cuando no contradictorias de ver y entender la vida.

Hace unos años, la cultura judeocristiana era la base que proporcionaba la perspectiva básica de la vida de nuestros países. Por tanto, muchos de nuestros conciudadanos, a pesar de no ser personas nacidas de nuevo, estaban de acuerdo con muchos de nuestros valores y nuestra cosmovisión. Sin embargo, esto está cambiando de forma drástica y alarmante. Cada vez más, el consenso cultural que proveía el cristianismo está siendo puesto en duda y, en muchas ocasiones, abiertamente atacado, cuestionado y rechazado. Como consecuencia, cada vez hay una distancia mayor entre la forma de ver y entender la vida de cristianos y no cristianos.

De esta manera, salir con una persona no cristiana significa salir con alguien, que con un alto grado de probabilidad, ve la vida de forma diferente de tal y como nosotros la vemos. Los antropólogos afirman que nuestras conductas, la parte más visible de nuestro ser, están directamente marcadas por nuestros valores, y estos, por nuestra perspectiva de la vida o cosmovisión.

Creyentes y no creyentes vemos la vida de una forma muy diferente y no hemos de engañarnos respecto a este punto. Nosotros tenemos una perspectiva eterna de la vida. Creemos que todo no acaba con los pocos o muchos años de existencia que Dios nos conceda. Por eso, vivimos, o deberíamos vivir, el presente a la luz de la eternidad.

Creemos en un Dios personal que por medio de su Palabra nos ha revelado su voluntad y nos pide y, por tanto, espera, que ordenemos nuestra vida personal y, naturalmente, familiar a la luz de su revelación. La perspectiva de una persona no cristiana no está basada en la Palabra de Dios, por lo tanto, tampoco lo estarán sus valores y, finalmente, sus conductas.

Esto es algo mucho más serio de lo que a simple vista pueda parecer. De la misma manera que no es posible mezclar el aceite y el agua, es muy complicado el formar un proyecto de vida en común entre dos personas que tienen perspectivas de la vida diferentes y, en el caso de los no cristianos, abiertamente contrarias a las enseñanzas del Señor.

Un proyecto de vida en común tan sólo podrá llevarse a cabo si uno de los dos renuncia a sus valores y prioridades en beneficio del otro. Desgraciadamente, la experiencia nos demuestra que en la inmensa mayoría de los casos, el cristiano renuncia a los suyos en beneficio de la persona no cristiana.

Durante el noviazgo puede producirse la falsa impresión de que todo marcha bien y de que es posible sobrellevar la situación. En ocasiones, la única discrepancia parece ser la negativa de la persona no cristiana en asistir a la iglesia, pero al margen de este «pequeño detalle» el resto de la relación parece soportable y llevadera.

Pero hemos de ver las cosas con más perspectiva de futuro, ¿sobre la base de qué valores se tomarán las decisiones acerca de qué metas plantearse como matrimonio? ¿Qué valores determinarán la educación de los hijos que la pareja pueda tener? ¿Cómo se decidirán o solucionarán los dilemas éticos que se plantean a lo largo del matrimonio? ¿Cuáles son los valores con los que nuestro futuro cónyuge afronta la vida matrimonial? ¿Qué concepto tiene de la fidelidad, del matrimonio para toda la vida y un largo etcétera de serias preguntas que uno, debe plantearse, antes de casarse, no cuando ya no existe la posibilidad de una vuelta atrás?

En el libro de profeta Amos, en el capítulo 3 versículo 3 se nos plantea una interesante pregunta: «¿Andarán dos juntos, si no estuvieran de acuerdo?» Es imposible el seguir un mismo camino cuando no existe un claro y mutuo acuerdo acerca de lo esencial. Del mismo modo, es muy difícil, por no afirmar de manera rotunda que imposible, el desarrollar un proyecto matrimonial sin haber un claro acuerdo entre los dos cónyuges. Ahora bien ¿Cuál será la base sobre la que se establecerá este acuerdo? La respuesta no es difícil, o se hace sobre la base de la Palabra de Dios, o por el contrario, sobre la de los valores de esta sociedad.

B.Los límites de la relación

Una relación entre una persona cristiana y otra no cristiana nunca puede ser completa. ¿Es mi afirmación temeraria? Honestamente, creo que no. Será del todo imposible el poder compartir toda nuestra dimensión espiritual con una persona, que en el mejor de los casos no la quiere experimentar y, en el peor de los escenarios, niega la realidad misma de su posible existencia o esta opuesta a ella.

Seamos realistas, no podremos compartir aquello que Dios nos está enseñando. Tampoco nuestras dudas, preguntas, inquietudes o necesidades. Todas nuestras experiencias con relación a nuestra amistad con Dios tendrán que ser mantenidas en la intimidad personal, ya que, nuestro posible cónyuge, si es positivo, únicamente nos podrá escuchar paciente y amablemente y, si es negativo, se burlará o considerará totalmente ridícula toda nuestra vivencia espiritual.

Habrá toda una dimensión de nuestra vida que nunca podrá ser compartida y si lo es, no podrá ser entendida y correspondida por la persona con la que estemos viviendo. Además, si nuestra relación personal con el Señor va creciendo y desarrollándose, el abismo irá ensanchándose de forma imparable y la soledad que experimentaremos en esta área lo hará al mismo ritmo.

Otro de los límites que experimentaremos estará relacionado con la imposibilidad de utilizar los recursos de Dios para nuestra vida matrimonial. Nuestra fe cristiana nos proporciona una cantidad de recursos de tremendo valor que facilitan y ayudan a construir una relación matrimonial sana.

Pensemos, por ejemplo, en el perdón. Cuando existe una relación saludable con el Señor es muy difícil el mantener una actitud de enfado, amargura o resentimiento hacia nuestra pareja. El Señor apela de forma repetida a nuestra conciencia acerca de la necesidad de arreglar la situación y hacer algo al respecto. El creyente experimenta que incluso la propia comunicación con el Señor se vuelve difícil e, incluso imposible, cuando no arreglamos nuestros asuntos pendientes. El Espíritu Santo pone convicción de pecado y de la necesidad de dar los pasos necesarios para restaurar la relación rota con nuestra pareja.

Pero todas estas dinámicas espirituales que Dios produce en nuestra vida, no se dan en la vida de la persona no cristiana. Aquella persona que por orgullo se niegue a reconocer ante el Señor su pecado, tendrá serios problemas en la vida matrimonial para reconocer las faltas y dar los pasos para una reconciliación efectiva. Es posible que algún lector pueda pensar que su novio, o novia, todo y no ser cristianos son personas abiertas a pedir perdón. Naturalmente, esto es posible, pero no olvide el lector que he usado el perdón tan sólo como una ilustración.

Existen muchos otros recursos tales como la humildad, el amor incondicional, el servicio, la paz, la paciencia, la fidelidad, etc., que Dios produce en nuestras vidas y pone a nuestro alcance y, que un no cristiano, no podrá experimentar. Mi propia experiencia, tras 22 años de matrimonio, me ha enseñado que toda relación matrimonial, sea uno cristiano, o no, es difícil y complicada. Sin embargo, los recursos que el Señor pone a la disposición de la pareja cristiana son de una increíble ayuda en esa preciosa tarea de construir una relación matrimonial significativa. Uno debe ser consciente de que los mismos, tan sólo podrán ser experimentados y disponibles para uno de los miembros de una unión entre un cristiano y un no creyente.

En este aspecto, hay algo que el creyente debe de tener muy claro, es lo siguiente, ¿Hasta qué punto, el tener una relación personal con Dios es un aspecto no negociable a la hora de plantearme un proyecto de vida en común con otra persona? Si para el creyente, este punto no es un no negociable, entonces carece de todo sentido toda la argumentación que podamos hacer al respecto. Volveremos más adelante sobre este aspecto clave, por el momento, vamos a dar por sentado que se trata de algo que ningún creyente está dispuesto a negociar.

Cuando le expresemos a nuestro novio/a no creyente la importancia de nuestra relación personal con Dios es natural que le cueste o no pueda entenderlo en absoluto. Pablo lo explica del siguiente modo: «el hombre mundano [aquí tiene el sentido de no cristiano] es incapaz de captar lo que procede del Espíritu de Dios; lo considera un absurdo y no alcanza a comprenderlo, porque sólo a la luz del Espíritu pueden ser valoradas estas cosas» (1 Corintios 2:14).

Para una persona que carece de una dimensión espiritual, las cosas del Espíritu carecen de sentido y no puede entender que para nosotros pueda ser algo tan importante. Lo más probable es que esa persona no vea más allá de nuestra asistencia a la iglesia y ciertos hábitos piadosos que tenemos, tales como leer la Biblia y orar. De ningún modo puede entender el significado de tener una relación de amor con Dios y de que Él se involucre en cada aspecto de nuestra vida.

Consecuentemente, no podrá entender el porqué su incredulidad puede ser una razón de tanto peso como para hacer inviable la relación de pareja e incluso llevarnos a una ruptura de la misma. Tal vez hemos de ayudarlo a ver las cosas desde su punto de vista o, dicho de otro modo, en categorías que él o ella puedan entender.

«Te quiero, estoy dispuesta a pasar el resto de mi vida contigo. Eres lo más importante de mi vida y no pueda imaginarla sin ti (que romántico ¿Verdad?). Quiero compartirlo todo contigo, caminar, pasear, salir juntos, fijarnos metas, en fin, todo, todo, menos una pequeña área de mi vida. Cuando era pequeña fui abusada sexualmente, como consecuencia he desarrollado una auténtica aversión hacia todo tipo de relación sexual. Cariño, no tendremos relaciones sexuales, pero eso sí, podremos disfrutar del resto de las áreas de nuestra relación. Estoy segura que no te importará»

¿Cómo reaccionaría nuestra pareja? ¿Estaría dispuesta a una vida de matrimonio sin ningún tipo de contacto sexual? ¿Seguiría pensando que vale la pena una relación de este tipo? Seamos sinceros al respecto, lo más probable es que nos dijera que en esas condiciones no está dispuesto a seguir adelante. ¿Por qué? Sin duda, porque en sus categorías, como también en las nuestras, la relación sexual dentro del matrimonio es una fuente de placer y unión para la pareja. ¿Cómo sería posible vivir con una persona que no quiere o está incapacitada para dicho tipo de relación? Con toda probabilidad ninguno de nosotros, tampoco una persona no cristiana, consideraría completa una relación a la que faltara dicho ingrediente.

Una persona no cristiana puede entender a la perfección lo anteriormente dicho ya que entra dentro de aquellas categorías que puede entender y bajo las cuales funciona. Del mismo modo, hemos de explicarle que para nosotros, como cristianos, la relación con el Señor es tan importante como la sexualidad, la comunicación intelectual o el intercambio afectivo. Esto naturalmente, si es que realmente nuestra relación personal con Dios tiene ese grado de importancia. Tal vez muchos creyentes pueden pensar que renunciar a Dios es más aceptable que renunciar a una buena relación sexual. Cuestión de prioridades.

Lo que he pretendido por medio de este ejemplo es que ayudemos a la persona no cristiana a entender cuán importante es para nosotros el que nuestro futuro cónyuge tenga una relación personal con el Señor, y la única manera de hacerlo es expresándolo en categorías comprensibles para un no cristiano.

Fuente: www.especialidadesjuveniles.com

¿Por qué es importante evangelizar a los niños?

viernes, octubre 23rd, 2015

¿Por qué debemos preocuparnos por los niños? ¿Solamente para que no hagan bulla durante las reuniones de la iglesia? – Si estudiamos detenidamente la Biblia, encontramos que para Dios los niños son importantes. El tiene un propósito especial para ellos. Como padres, y como ayudantes de padres en la educación de los niños, tenemos el gran privilegio de ayudarles para que descubran y realicen este propósito de Dios para ellos.

Les daré cuatro razones por qué los niños necesitan escuchar el evangelio:

1. Porque Dios lo manda.
2. Porque los niños necesitan la Salvación.
3. Porque los niños tienen promesas de Dios.
4. Porque es la mejor estrategia.

1. Porque Dios lo manda.

«Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de Dios.» (Marcos 10:14)

El mismo Señor Jesucristo nos manda que dejemos venir a los niños a El. Para nosotros, esto significa obviamente que debemos dar a los niños todas las ayudas posibles para que ellos conozcan personalmente al Señor Jesucristo.

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.» (Deuteronomio 6:6-7)

Esta no es solamente una buena sugerencia o una opción entre muchas. ¡ES UN MANDATO DE DIOS! Si no enseñamos a los niños la Palabra de Dios, somos nada menos que desobedientes a Su mandamiento.
(Notamos que este mandamiento se dirige a los PADRES, para que enseñen a sus HIJOS.)

«Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda criatura.» (Marcos 16:15)

El Señor no mandó a Sus discípulos anunciar el evangelio solamente a los adultos, sino a todos los seres humanos. Entonces, este mandato incluye tanto a niños como a adultos.

2. Porque los niños necesitan la Salvación.

Algunos cristianos piensan que no es necesario evangelizar a los niños: «No lo pueden comprender todavía.» – «Que maduren primero.» – Pero no debemos dejarnos guiar por nuestra opinión, sino por la Palabra de Dios.

Que un niño se convierta, es posible.
Lea Mateo 18:6. Jesús habla de «los p_equeñitos______ que creen en mí».
Lea Juan 1:12. ¿Se indica algún límite de edad para poder recibir al Señor? ___

Que un niño se convierta, es necesario para su salvación.

«He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.» (Salmo 51:5)

Este versículo lo hace bien claro que cada ser humano, desde el principio de su vida, vive en el pecado, lo que significa, separado de Dios. Por tanto, ¡necesitan desesperadamente la Salvación que Jesucristo nos ofrece! Nunca es demasiado temprano para que escuchen el Evangelio, pero sí puede llegar el día cuando sea demasiado tarde.

«… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.» (Romanos 3:23)

A algunos les gustaría cambiar este versículo y decir: «…por cuanto todos los mayores de doce años pecaron…» Pero la Palabra de Dios no pone ningún límite de edad. Esto confirma la enseñanza de Salmos 51:5, lo que leímos arriba.

Lea Mateo 18:11-14. ¿Con qué se compara la oveja perdida? – Con un n_______.
Si el Señor dice en el v.14 que «no es la voluntad del Padre que se pierda uno de estos pequeños», obviamente lo dice para advertirnos de que los niños pueden perderse. ¡Por esta razón es tan importante «buscarlos» y darles la oportunidad de regresar al Buen Pastor! Esta es la enseñanza implícita de esta parábola.

A veces se utiliza el versículo con el cual empezamos esta enseñanza, para contradecir esta verdad: «… porque de los tales es el Reino de Dios.» (Marcos 10:14) – entonces los niños ya son automáticamente salvos, dicen. ¡Pero esto no es lo que dice! Jesús dice aquí que el Reino de Dios está preparado para los niños, está esperándolos, pero TODAVÍA TIENEN QUE RECIBIRLO. Esto vemos claramente en el versículo que sigue: «De cierto os digo, que el que no RECIBA el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.» (Marcos 10:15) Afortunadamente es fácil para un niño recibir el Reino de Dios, tan fácil que el Señor utiliza aquí la conversión de un niño como ejemplo para nosotros los adultos.

Que un niño se convierta, es fácil.
Lea Marcos 10:15. Los adultos deben seguir el ejemplo de un n______ al convertirse.

Un niño todavía no tiene tantas objeciones como los adultos: «Pero no quiero cambiar de religión.» – «Pero ya tengo demasiados pecados.» – «¿Qué dirán mis amigos?» – «Pero ya soy bautizado, no necesito nada más.»
El niño puede más fácilmente reconocer sus pecados y recibir al Señor. ¡Pero siempre necesita recibirlo!

Por el otro lado, tenemos que comprender que los niños también se dejan influenciar fácilmente. Por eso, los niños están dispuestos a hacer «decisiones» impulsivas que no son conversiones. Si un niño «acepta a Cristo» solamente por la influencia de un adulto, entonces no es una conversión verdadera. Hablaremos más abajo con más detalles acerca de este peligro.

Que un niño se convierta, es bueno.
El niño que se convierte, tendrá toda su vida para servir al Señor.
Al predicador inglés Charles Spurgeon le preguntó uno de sus amigos: «¿Cuántas personas se han entregado al Señor en tu último culto?» – «Dos y media», era la respuesta. El amigo le miró confundido, después dijo: «Ah, comprendo. ¿Quieres decir dos adultos y un niño?» – «No», respondió Spurgeon, «dos niños y un adulto. Los niños todavía tienen toda su vida por delante. Ellos entregaron su vida completa al Señor. Pero el adulto ya ha vivido la mitad de su vida sin el Señor. A él le quedaba solamente media vida para entregar.»
El niño que se convierte, podrá hacer todas las decisiones importantes de su vida con la ayuda del Señor: quiénes serán sus amigos, qué carrera estudiar, qué creer y qué no creer, con quién casarse, etc. – Los adultos, en cambio, ya se acostumbraron tanto a un estilo de vida sin el Señor, que raras veces llegan a la madurez espiritual.

3. Porque los niños tienen promesas de Dios.

Consideraremos aquí solamente tres de las muchas promesas que la Biblia tiene para los niños:

«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.» (Proverbios 22:6)
Un árbol pequeño se mueve fácilmente.     Un niño es como un arbolito pequeño, que es todavía muy dócil y se deja mover y torcer hacia cualquier lado.     Amarrado en un palo crece recto.     O también se deja amarrar en un palo recto y crecerá recto.     El árbol grande ya no se mueve.     Un adulto, en cambio, es como un árbol grande que ya no se mueve. Si ha crecido torcido, ¡ninguna fuerza de este mundo podrá enderezarlo! Cuan importante es entonces enseñar a los niños la manera recta de vivir, para que «crezcan rectos». Cambiar la vida torcida de un adulto es mucho más difícil.

«Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.» (Hechos 2:16-17)
«Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos…» (Hechos 2:39)

Dios prometió derramar Su Espíritu especialmente sobre los niños. Esto empezó a cumplirse en el día de Pentecostés, y sigue cumpliéndose hasta nuestros días, porque desde entonces el Espíritu Santo está en la tierra y sigue haciendo Su obra. Pero es nuestra responsabilidad enseñar a los niños y ayudarles para que ellos puedan experimentar este poder del Espíritu Santo que les es prometido.

«Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá (a la Tierra Prometida), y a ellos la daré, y ellos la heredarán.» (Deuteronomio 1:39)

Cuando el pueblo de Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida, perdieron la fe de poder conquistarla por causa de los gigantes que vivían allí. Entonces murmuraron contra Dios y contra Moisés, y decidieron volver a Egipto. (Vea también Números 14:31). Como consecuencia, no pudieron entrar a la Tierra Prometida y tuvieron que caminar 40 años por el desierto. Pero Dios prometió dar a los niños la victoria que los adultos no habían alcanzado.
Aquí podemos entender, sin entrar mucho al significado profundo de esta promesa, que Dios promete a los niños que ellos pueden «sobrepasar» espiritualmente a los adultos. Con una confianza sencilla en el Señor, ellos pueden lograr «conquistas» espirituales que no son posibles para la mayoría de los adultos. Como adultos, con frecuencia nos acostumbramos a una manera demasiado sofisticada de pensar, y esto nos lleva a cuestionar a Dios y a dudar de Su poder.

4. Porque es la mejor estrategia.

– Si usted tuviera que escoger entre dos poblaciones para predicarles el Evangelio, una población dura y cerrada contra Dios y otra abierta y con mucho deseo de aprender, ¿cuál escogería?
Es claro que en la población más abierta podemos esperar mucho más fruto. Y además, de allí pueden salir futuros obreros que saldrán a las otras poblaciones para evangelizarlos, y el Evangelio avanzará mucho más rápidamente. ¿Por qué entonces la mayoría de las iglesias concentran sus esfuerzos misioneros en la población más cerrada, los adultos, y pasan por alto la población más abierta, que son los niños?

Cuadro estadístico

– Más de la mitad de los cristianos se convirtieron a Cristo antes de cumplir 12 años. (Otras fuentes dicen que el 85% recibieron a Cristo antes de los 14 años.) Entre los pastores y líderes actuales (¡aun en las iglesias tradicionales!), son entre 70 y 90% los que llegaron a Cristo mientras eran niños. Esto nos demuestra claramente dónde debemos concentrar nuestros esfuerzos. Si queremos que la próxima generación de cristianos sean fuertes, y que tengan buenos líderes, ¡entonces debemos enseñar a los niños de hoy!

Desafortunadamente, esto no es lo que sucede …
Los niños son las personas más abiertas para el Evangelio,
pero a la vez los menos alcanzados con el Evangelio.

Una iglesia centrada en familias tiene aun mejores posibilidades de preparar a los niños para un futuro liderazgo espiritual: Los padres asumen su responsabilidad de evangelizar y discipular a sus propios hijos. Estos niños reciben diariamente el ejemplo de un buen liderazgo espiritual, de parte de sus propios padres. Así están siendo preparados para que más adelante, ellos mismos sean buenos padres. Y la buena paternidad a su vez es la mejor preparación para un liderazgo espiritual mayor.

¿Qué pueden hacer las iglesias para alcanzar a los niños con el evangelio?

Primeramente, toda la iglesia – y particularmente los líderes – deben ser convencidos de que el ministerio con niños es importante. Esto es más fácil en una iglesia centrada en familias, porque allí los líderes surgen naturalmente de las familias. En una tal iglesia, ¡no hay anciano que no haya primero educado a sus propios hijos en la palabra de Dios! Y una vez que es anciano, su tarea principial consiste en apoyar a otros padres para que hagan lo mismo.

En una iglesia tradicional, institucionalizada, es más difícil convencerlos de la importancia de los niños. Primeramente, estas iglesias separan a los niños en reuniones aparte. Por tanto, los padres no están conscientes de su responsabilidad de evangelizar a sus hijos y de educarlos en la palabra de Dios. Toda esta responsabilidad se pone sobre los hombros de unos obreros voluntarios (a menudo jóvenes solteros sin ninguna experiencia en la educación de hijos propios), quienes ven a los niños una sola vez por semana, y por tanto no pueden edificar una relación personal, significativa con ellos.

Además, estas iglesias tienen normalmente una organización e infraestructura bastante costosa, por lo cual dependen mucho de la contribución financiera de sus miembros. Pero los niños no contribuyen económicamente, entonces no son «interesantes» para los líderes de tales iglesias. Al mismo tiempo, en esta clase de iglesias, los miembros dependen fuertemente de sus líderes y raras veces emprenden alguna obra espiritual por iniciativa propia. (En algunas iglesias esto ni siquiera se les permite.) En consecuencia, los líderes no están motivados para evangelizar a los niños o para responder a sus necesidades espirituales. Y puesto que los líderes no lo hacen, los miembros tampoco lo hacen.

Según una encuesta en el Perú, las iglesias evangélicas invirtieron apenas 2 a 3% de su presupuesto en la obra con niños. En las zonas rurales, se estima que más de la mitad de las iglesias no realiza ningún esfuerzo para alcanzar a los niños. La mayoría de los «obreros de niños» (maestros y directores de Escuela Dominical) nunca fueron capacitados para su tarea.

Una vez que la iglesia entiende que el ministerio con niños es importante, debe ponerlo en práctica:
– Los padres tienen que cumplir con su primera responsabilidad: educar a sus hijos en la Palabra de Dios, evangelizarlos y discipularlos.
– Los ancianos necesitan entender que ellos son en primer lugar «padres de padres»: Asesores y consejeros de los padres de familia, para ayudarles y enseñarles cómo dar una educación cristiana a sus hijos. Busque maneras de concientizar y asesorar mejor a los padres.
– En lo posible, los niños deben estar incluídos en las reuniones de la iglesia. En el caso ideal, éstas son reuniones de familias enteras, donde los niños participan juntos con sus padres.
– Algunas familias, según su llamado y sus capacidades particulares, pueden de diversas maneras abrir sus hogares para otros niños: atendiendo a niños de otras familias según la necesidad; llevando reuniones evangelísticas para niños o familias enteras del vecindario; adoptando a un niño huérfano; evangelizando a niños en la calle; o simplemente teniendo una «casa abierta» para que los niños del vecindario puedan visitarlos en cualquier momento que quieran.
(En los tiempos actuales, las familias ya están tan debilitadas que muchos niños no tienen a ningún adulto con quien pueden hablar; no tienen a nadie quien se preocupe por ellos durante el día; y no tienen ningún lugar donde pueden jugar con otros niños, excepto en la calle donde se pelean más de lo que juegan. Muchos de estos niños podrán encontrar una «familia sustituta por horas», si las familias cristianas intactas abrieran sus hogares para ellos, en una de las maneras mencionadas. También podrán sentir la presencia de Dios en una familia cristiana.)

Fuente: www.altisimo.net

La Biblia probada y comprobada, Charles Spurgeon. Parte II

martes, septiembre 15th, 2015

Por otro lado, quienes se deleitan con la predicación de deberes, pero no le dan importancia a las doctrinas de la gracia, están igualmente equivocados. Ellos dicen, «Valió la pena escuchar ese sermón, pues tiene que ver con la vida diaria.» Me agrada mucho que piensen así; pero si, al mismo tiempo, rechazan otras enseñanzas del Señor, tienen serias fallas. Jesús dijo: «El que es de Dios, las palabras de Dios oye.» Me temo que si consideran que una porción de las palabras del Señor son indignas de su consideración, no son de Dios. Amados hermanos, nosotros valoramos las palabras del Señor en toda su extensión. No hacemos de lado las historias, como tampoco las promesas.

«Voy a leer las historias de Tu amor,
Y guardar Tus leyes a la vista,
En tanto voy a recorrer todas las promesas
Con un deleite siempre lleno de frescura.»

Sobre todo, no caigan en la semiblasfemia de algunos, que consideran al Nuevo Testamento grandemente superior al Antiguo. No quisiera errar afirmando que en el Antiguo Testamento encuentran más lingotes de oro que en el Nuevo, pues de esa manera caería yo mismo en el mal que condeno; pero esto diré: que son de igual autoridad, y que proyectan tal luz el uno al otro, que no podríamos pasar por alto a ninguno de los dos. «Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.» En todo el Libro, desde Génesis hasta Apocalipsis, se encuentran las palabras de Jehová y siempre son palabras limpias.

Tampoco es correcto que alguien diga: «Así habló el propio Cristo; pero tal y tal enseñanza es de Pablo.» No, no es de Pablo; si está registrada aquí, es del Espíritu Santo. Ya sea que el Espíritu Santo haya hablado por Isaías, o Jeremías, o Juan, o Santiago, o Pablo, la autoridad es siempre la misma. Aun en lo relativo a Jesucristo nuestro Señor, esto es cierto; pues Él dice de Sí mismo: «la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.» En este asunto Él se pone al nivel de otros que actuaron como la boca de Dios. Además dice: «Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.»

Nosotros aceptamos las palabras de los apóstoles como palabras del Señor, recordando lo que dijo Juan: «Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.» (1 Juan 4: 6). Así, un juicio solemne es pronunciado sobre quienes quieren poner el Espíritu de Jesús contra el Espíritu que habitó en los apóstoles. Las palabras del Señor no se ven afectadas en su valor por el medio a través del cual vinieron. Toda la verdad revelada es de la misma calidad, aun cuando algunas de sus porciones no tienen el mismo peso metálico.

Guiándonos por el texto, a continuación observamos la pureza de las palabras del Señor: «Las palabras de Jehová son palabras limpias.» En el comercio hay diferentes tipos de plata, como todos ustedes saben: plata impura y plata libre de metales inferiores. La Palabra de Dios es plata sin escoria; es como plata que ha sido purificada siete veces en un crisol de tierra en el horno, hasta haberla despojado de toda partícula sin valor: es plata absolutamente limpia. Jesús dijo: «Tu palabra es verdad.»

Es verdad revestida de bondad, sin mezcla de mal. Los mandamientos del Señor son justos y rectos. Hemos escuchado ocasionalmente a algunos oponentes que censuran ciertas expresiones toscas utilizadas en la traducción que poseemos del Antiguo Testamento; pero la tosquedad de los traductores no debe atribuirse al Espíritu Santo, sino al hecho que la fuerza del idioma inglés ha cambiado, y algunas expresiones que eran muy usadas en un determinado período, se volvieron demasiado groseras en otros períodos. Sin embargo, voy a afirmar esto: que nunca he conocido a una sola persona a quien las palabras de Dios, por sí mismas, le hayan sugerido algo malo. He escuchado que se han dicho muchísimas cosas terribles, pero nunca me he encontrado con ningún caso en el que alguien haya sido conducido a pecar por un pasaje de la Escritura.

Las perversiones son posibles y probables; pero el Libro mismo es eminentemente puro. Se dan detalles de actos de criminalidad crasa, pero no dejan en la mente una huella que lesiona. La más triste historia de la Santa Escritura es un faro, y nunca un señuelo. Este es el Libro más limpio, más claro, más puro, que existe entre los hombres; es más, no se debe listar conjuntamente con los fabulosos registros que pasan por libros santos. Viene de Dios y cada palabra es limpia.

Es también un libro puro en el sentido de verdad, siendo sin mezcla de error. No dudo en decir que yo creo que no hay ningún error en el original de las Santas Escrituras, de principio a fin. Puede haber, y hay, errores en las traducciones, pues los traductores no son inspirados; pero inclusive los hechos históricos son correctos. La duda ha sido arrojada sobre ellos aquí y allá, y algunas veces con gran despliegue de razón: duda que ha sido imposible responder por algún tiempo; pero tan solo den suficiente espacio, y suficiente investigación, y las piedras sepultadas en la tierra gritarán para confirmar cada letra de la Escritura.

Viejos manuscritos, monedas, e inscripciones, están del lado del Libro, y contra él no hay nada sino sólo teorías, y el hecho que muchos eventos en la historia no tienen otro registro sino el que la propia Biblia nos suministra. El Libro ha estado recientemente en el horno de la crítica; pero mucho de ese horno se ha enfriado debido a que la crítica misma es despreciada. «Las palabras de Jehová son palabras limpias»: no hay ningún error de ningún tipo en toda su extensión. Estas palabras provienen de Aquél que no puede cometer errores, y que no puede tener el deseo de engañar a Sus criaturas.

Si yo no creyera en la infalibilidad del Libro, preferiría no contar con él. Si yo fuera a juzgar el Libro, él no sería mi juez. Si fuera a tamizarlo, como el cúmulo de granos que van a ser trillados, e hiciera esto a un lado y únicamente aceptara aquello, de conformidad a mi propio juicio, entonces no tendría ninguna guía, a menos que fuera lo suficientemente arrogante para confiar en mi propio corazón.

La nueva teoría le niega infalibilidad a las palabras de Dios, pero prácticamente se la concede a los juicios de los hombres; por lo menos, esta es toda la infalibilidad que pueden concebir. Yo protesto que prefiero arriesgar mi alma con una guía inspirada del cielo, que con líderes que altercan y que se levantan de la tierra al llamado del «pensamiento moderno.»

Además, este Libro es puro en el sentido de confiabilidad: no tiene en sus promesas ninguna mezcla de fallas. Observen esto. Ninguna predicción de la Escritura ha fallado. Ninguna promesa que Dios haya dado, resultará ser mera palabrería. «El dijo, ¿y no hará?» Tomen la promesa como el Señor la dio, y la encontrarán fiel a cada jota y tilde de ella. Algunos de nosotros no tenemos el derecho de ser llamados «viejos y de cabellos canos,» aunque las canas son bastante conspicuas en nuestras cabezas; pero hasta este punto hemos creído en las promesas de Dios, y las hemos probado y comprobado; y ¿cuál es nuestro veredicto? Yo doy solemne testimonio que no he visto una sola palabra del Señor caer a tierra.

El cumplimiento de una promesa ha sido algunas veces demorado más allá del período que mi impaciencia hubiese deseado; pero la promesa se ha cumplido en el momento preciso, no únicamente al oído, sino también en obra y en verdad. Tú puedes apoyar todo tu peso sobre cualquiera de las palabras de Dios, y te sostendrán. En tu hora más oscura puedes estar desprovisto de velas pero cuentas con una sola promesa, y sin embargo esa luz solitaria convertirá tu medianoche en un brillante mediodía. Gloria sea dada a Su nombre, las palabras del Señor son sin mal, sin error, y sin fallas.

Además, bajo este primer encabezado, el texto no habla únicamente del carácter uniforme de las palabras de Dios, y de su pureza, sino de su preciosidad. David las compara con plata refinada, y la plata es un metal precioso: en otros lugares ha comparado estas palabras con oro puro. Las palabras del Señor pudieran haber parecido comparables al papel moneda, tales como nuestros cheques; pero no, son el metal mismo. Yo recuerdo la época cuando un amigo nuestro solía ir a los condados occidentales, de una finca a la otra, para comprar queso, y tenía el hábito de cargar con muchas monedas, pues había descubierto que los granjeros de ese período no aceptaban cheques, y ni siquiera querían mirarlos; pero estaban más prestos a vender cuando veían que se les iba a pagar en metálico, hasta el último centavo.

En las palabras de Dios tienes el sólido dinero de la verdad: no es ficción, sino la sustancia de la verdad. Las palabras de Dios son como lingotes de oro. Cuando las tienes empuñadas por la fe, tienes la sustancia de las cosas esperadas. La fe encuentra en la promesa de Dios la realidad de lo que busca: la promesa de Dios es tan buena como su propio cumplimiento. Las palabras de Dios, ya sean de doctrina, o de práctica, o de consuelo, son de metal sólido para el hombre de Dios que sabe cómo ponerlas en el bolso de fe personal.

De la misma manera que nosotros usamos la plata en muchos artículos en nuestros hogares, así usamos la Palabra de Dios en la vida diaria; tiene mil usos. De la manera que la plata es la moneda corriente del comerciante, así son las promesas de Dios moneda corriente tanto para el cielo como en la tierra: nosotros tratamos con Dios por Sus promesas, y así trata Él con nosotros.

Como los hombres y las mujeres se engalanan con plata a manera de ornamento, así son las palabras del Señor nuestras joyas y nuestra gloria. Las promesas son cosas bellas que son un gozo para siempre. Cuando amamos la Palabra de Dios, y la guardamos, la belleza de la santidad está en nosotros. Ésta es verdadero ornamento del carácter y de la vida, y la recibimos como un don de amor del Esposo de nuestras almas.

Amados hermanos, no necesito engrandecer en su presencia la preciosidad de la Palabra de Dios. Muchos de ustedes la han valorado por largo tiempo, y han probado su valor. He leído acerca de una mujer cristiana alemana que estaba acostumbrada a marcar su Biblia siempre que encontraba un pasaje que era especialmente precioso para ella; pero acercándose al final de su vida, dejó de hacerlo, pues dijo: «lo encuentro innecesario; pues la Escritura entera se ha convertido ahora en algo muy precioso para mí.» Para algunos de nosotros el inapreciable volumen está marcado de principio a fin por nuestra experiencia. Es todo precioso, totalmente precioso.

«No hay tesoros que enriquezcan así la mente,
Ni Tu palabra será vendida
Por cargamentos de plata bien refinada,
Ni por montones del oro más escogido.»

Además, este texto nos presenta, no solamente la pureza y la preciosidad de las palabras del Señor, sino la permanencia de ellas. Son como plata que ha soportado los fuegos más hirvientes. Verdaderamente, la Palabra de Dios ha aguantado el fuego por largas edades; y fuego aplicado en sus formas más fieras: «refinada en horno de tierra,» es decir, en ese horno que los refinadores consideran como su último recurso. Si el diablo hubiera podido destruir la Biblia, habría traído los más hirvientes carbones del centro del infierno. Él no ha sido capaz de destruir una sola línea. El fuego, de acuerdo al texto, era aplicado de una manera muy diestra: la plata era colocada en un crisol de tierra, para que el fuego pudiera alcanzarla completamente. El refinador está muy seguro de emplear su calor de la mejor manera conocida para él, con el objeto de derretir la escoria; de igual manera, hombres con habilidad diabólica se esfuerzan por destruir las palabras de Dios, mediante la más astuta censura. Su objetivo no es la purificación; es la pureza de la Escritura lo que les fastidia, y tienen por objetivo destruir el testimonio divino. Su labor es en vano; pues el Libro sagrado todavía permanece como siempre fue, las palabras limpias del Señor; pero algunas de nuestras falsas concepciones de su significado han perecido felizmente en los fuegos.

Las palabras del Señor han sido probadas frecuentemente, ay, y han sido probadas perfectamente: «Purificada siete veces.» Cuánto falta todavía, no puedo adivinarlo, pero ciertamente los procesos han sido ya muchos y severos. Pero permanece sin cambios. El consuelo de nuestros padres es nuestro consuelo. Las palabras que alentaron nuestra juventud son nuestro apoyo en la edad adulta. «Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.»

Estas palabras de Dios son un cimiento firme, y nuestras esperanzas eternas están sabiamente construidas sobre él. No podemos permitir que nadie nos despoje de esta base de esperanza. En tiempos antiguos los hombres eran quemados antes que dejaran de leer sus Biblias; nosotros soportamos oposiciones menos brutales, pero que son bastante más sutiles y difíciles de resistir. Dejémonos guiar siempre por esas palabras eternas, porque ellas siempre estarán con nosotros.

Las palabras del Siempre Bendito son sin cambio e incambiables. Son como plata sin escoria, que continuará de edad en edad. Esto es lo que creemos, y en esto nos regocijamos. Y no es una carga sobre nuestra fe creer en la permanencia de la Santa Escritura, pues estas palabras fueron habladas por quien es Omnisciente, y lo sabe todo; por tanto no puede haber error en ellas. Fueron habladas por quien es Omnipotente, y puede hacerlo todo; y por tanto, Sus palabras se cumplirán. Fueron habladas por quien es Inmutable, y por tanto estas palabras no sufrirán nunca alteración alguna. Las palabras que Dios habló hace miles de años son verdaderas a esta hora, pues provienen de quien es el mismo ayer, hoy y para siempre. Quien habló estas palabras es infalible, y por tanto las palabras son infalibles. ¿Cuándo erró Él alguna vez? ¿Podría cometer errores y sin embargo ser Dios? «El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» Estén seguros de esto: «Las palabras de Jehová son palabras limpias.»

Pero el tiempo me presiona para pasar al siguiente punto.

II. En segundo lugar, y muy cuidadosamente, consideremos LAS PRUEBAS DE LAS PALABRAS DE DIOS.

Se dice que son como plata, que ha sido refinada en un horno. Las palabras de Dios han sido probadas por la blasfemia, por el ridículo, por la persecución, por la crítica, y por observaciones ingenuas. No intentaré elevarme en oratoria al describir las pruebas históricas del precioso metal de la revelación divina, pero mencionaré pruebas de un orden común que he observado, y que probablemente ustedes también han visto. Esto tal vez sea más simple, pero será más edificante. ¡Que el Señor nos ayude!

Al tratar con la obstinación del pecador, hemos probado las palabras del Señor. Hay hombres que no pueden ser convencidos ni persuadidos; dudan de todo, y apretando los dientes, resuelven no creer, aunque alguien les declare esas palabras. Están encerrados en la armadura del prejuicio, y no pueden ser heridos ni siquiera con las más agudas flechas del argumento, aunque profesen gran apertura hacia la convicción. ¿Qué se va a hacer con el numeroso clan relacionado con el señor Obstinado? Podrías muy bien argumentar con un tren expreso que con el señor Obstinado: él continúa, y no se detiene, aunque miles se interpongan en su camino. ¿Lo convencerán las palabras de Dios?

Hay algunas personas aquí, de quienes yo habría dicho, si los hubiera conocido antes de su conversión, que era una tarea vana predicarles el Evangelio; amaban tanto el pecado, y despreciaban completamente las cosas de Dios. Extrañamente, fueron de los primeros en recibir la Palabra de Dios cuando escucharon su sonido. Vino a ellos en su original majestad, en el poder del Espíritu Santo; habló con un tono de mando a lo más íntimo de sus corazones; abrió de par en par las puertas que habían estado cerradas por largo tiempo, aherrumbradas en sus goznes, y Jesús entró para salvar y reinar. Éstos, que habían blandido desafiantemente sus armas, las arrojaron al suelo y se rindieron incondicionalmente al amor todopoderoso, dispuestos creyentes en el Señor Jesús.

Hermanos, sólo debemos tener fe en la Palabra de Dios, y predicarla con claridad y precisión, y veremos cómo se someten los rebeldes orgullosos. Ninguna mente está tan desesperadamente posada en la maldad, tan resueltamente opuesta a Cristo, que no pueda ser llevada a inclinarse ante el poder de las palabras de Dios. ¡Oh, que nosotros usáramos más la desnuda espada del Espíritu! Me temo que mantenemos esta espada de dos filos en una funda, y de alguna manera nos enorgullecemos porque la vaina está elaboradamente adornada. ¿Para qué sirve la vaina? La espada debe desenvainarse, y debemos pelear con ella, sin que intentemos guarnecerla. Proclamen las palabras de Dios. No omitan ni los terrores del Sinaí, ni las notas de amor del Calvario. Expongan la palabra con toda fidelidad, según su conocimiento, y clamen por el poder del Altísimo, y el más obstinado pecador fuera del infierno será rendido por su medio.

El Espíritu Santo usa la palabra de Dios: éste es Su único ariete con el cual derriba las fortalezas del pecado y del yo en aquellos corazones con los que trata eficazmente. La Palabra de Dios soportará las pruebas que le presente la dureza del corazón natural, y demostrará su origen divino por medio de sus operaciones.

Aquí comienza otra prueba. Cuando un hombre está lo suficientemente quebrantado, sólo ha recorrido una parte del camino. Una nueva dificultad se levanta. ¿Se sobrepondrán las palabras del Señor a la desesperación del penitente? El hombre se encuentra lleno de terror a causa del pecado, y el infierno ha comenzado a arder dentro de su pecho. Pueden hablarle con amor, pero su alma se rehúsa a ser consolada, hasta que le presentes las palabras del Señor para que se enfrente a ellas, «Su alma abominó todo alimento.» Háblale de un Salvador agonizante; quédate por un rato en el tema de la gracia inmerecida y el perdón total; háblale del recibimiento del hijo pródigo, y del amor inmutable del Padre. Asistido por el poder del Espíritu, estas verdades deben traer luz a quienes están sentados en tinieblas.

Las peores formas de depresión son curadas cuando se cree en la Santa Escritura. A menudo me he quedado desconcertado, cuando estoy bregando con un alma convicta de pecado, incapaz de ver a Jesús; pero nunca he albergado ninguna duda que al fin, las palabras del Señor se convertirán en una copa de consolación para el corazón desfallecido. Podemos estar desconcertados por un tiempo, pero con las palabras del Señor como nuestras armas, el Gigante Desesperación no nos va a derrotar.

Oh, ustedes que están en servidumbre bajo el temor del castigo, ustedes alcanzarán la libertad: sus cadenas se romperán, si aceptan las palabras de Dios. La palabra de mi Señor puede abrir ampliamente las puertas de la prisión: Él ha roto las puertas de bronce, y ha despedazado las barras de hierro.

Debe ser una palabra maravillosa esa que, como un hacha de combate, aplasta el yelmo de la presunción, y al mismo tiempo, como dedo de amor, toca la delicada herida sangrante y la sana al instante. Las palabras del Señor, tanto para quebrantar como para exaltar, son igualmente efectivas.

En ciertas instancias, las palabras de Dios son probadas por la particularidad del que busca. ¡Cuán frecuentemente algunas personas nos han dicho que estaban seguras que no había nadie como ellas en todo el mundo! Eran hombres acorralados; peces extraños que ningún mar podría contener. Ahora, si estas palabras son ciertamente de Dios, serán capaces de tocar cualquier caso; de otra manera no. Las palabras de Dios han sido sometidas a esa prueba, y estamos sorprendidos por su adaptación universal. Siempre hay un texto que se puede aplicar a cada caso, aunque sea notable y excepcional. En algunas instancias, hemos oído acerca de un texto extraño, relativo al cual no podíamos ver antes por qué había sido escrito; sin embargo, tiene evidentemente una adecuación para alguna persona en particular, a quien ha venido con divina autoridad.

La Biblia puede ser comparada con el manojo de llaves de un cerrajero. Las utiliza una a una, y dice de alguna: «¡Esta es una llave extraña, ciertamente no se adecuará a ninguna cerradura existente!» Pero algún día el cerrajero será llamado para abrir una cerradura muy peculiar. Ninguna de sus llaves funciona. Finalmente elige ese espécimen singular. ¡Vean! Entra en la ranura, quita el cerrojo y permite el acceso al tesoro. Está demostrado que las palabras de este libro son las palabras de Dios, porque tienen una adaptación infinita a las diversas mentes que el Señor ha creado. ¡Con qué colección de llaves contamos aquí el día de hoy! No les podría describir todas las que hay: Bramah y Chubb, y todos los demás, no podrían haber diseñado tal variedad: sin embargo, yo estoy seguro que en este volumen inspirado, hay una llave que en todos sentidos es adecuada para cada cerradura.

Personalmente, cuando he tenido problemas, he leído la Biblia hasta que algún texto me ha parecido que sobresale del Libro, y me saluda, diciendo: «Fui escrito especialmente para ti.» Me ha mirado como si la historia hubiera estado en la mente del escritor cuando escribió ese pasaje; y en efecto estaba en la mente de ese Autor divino que está detrás de todas estas páginas inspiradas. Así, las palabras del Señor han aguantado la prueba de adaptación a las singularidades de los hombres como individuos.

Frecuentemente nos encontramos con gente de Dios que han probado las palabras de Dios en tiempos de tremendas aflicciones. Hago aquí una apelación a la experiencia del pueblo de Dios. Has perdido al hijo amado. ¿Acaso no hubo una palabra del Señor para alentarte? Perdiste tu propiedad: ¿Acaso no hubo un pasaje de las Escrituras que te permitió enfrentar el desastre? Has sido calumniado: ¿no hubo una palabra para consolarte? Estabas enfermo y al mismo tiempo deprimido; ¿No te proveyó el Señor de consuelo en esas circunstancias? No voy a multiplicar las preguntas: el hecho es que nunca estuviste arriba sin que la Palabra de Dios no estuviera allí contigo; y nunca estuviste abajo, sin que la Escritura no estuviera allí contigo.

Ningún hijo de Dios se encontró alguna vez en una zanja, un hoyo, una cueva o un abismo, sin que las palabras de Dios no lo encontraran. ¡Cuán a menudo las promesas llenas de gracia están emboscadas para sorprendernos con sus misericordias! Yo adoro la infinitud de la bondad de Dios, según la veo reflejada en el espejo de la Escritura.

Además, la Palabra de Dios está probada y comprobada como una guía en la perplejidad. ¿No nos hemos visto forzados, algunas veces, a hacer una pausa y decir: «No sé qué pensar de esto»? «¿Cuál es la opción adecuada?» Este libro es un oráculo para el hombre de sencillo corazón en su perplejidad mental, moral y espiritual. ¡Oh, que lo usáramos más! Tengan por seguro que nunca se encontrarán en medio de un laberinto tan complicado de donde este libro, bendecido por el Espíritu, no pueda ayudarles a salir. Esta es la brújula para todos los marineros que navegan en el mar de la vida: usándola sabrán dónde se encuentra el polo. Guíense por las palabras del Señor, y tendrán libre el camino.

Amados, las palabras de Dios aguantan otra prueba; son nuestra defensa en los tiempos de tentación. Tú puedes escribir un libro que ayude a un hombre cuando es tentado en una cierta dirección; ¿acaso el mismo volumen lo fortalecerá cuando es atraído en la dirección opuesta? ¿Pueden concebir un libro que se constituya en una valla alrededor, rodeando al hombre en todas direcciones? ¿Qué lo guarde de aquel abismo, y del golfo que está al otro lado? Sin embargo, así es este Libro.

El propio diablo no puede inventar una tentación que no pueda enfrentarse con estas páginas; y todos los diablos juntos que están en el infierno, si sostuvieran un congreso, y llamaran en su ayuda a todos los hombres perversos, no podrían inventar un ardid que no se pudiera enfrentar con esta biblioteca de verdad sin par. Alcanza al creyente en cada condición y posición, y lo preserva de todo mal. «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.»

Finalmente, sobre este punto, aquí encontramos una grandiosa prueba del Libro: ayuda a los hombres en su muerte. ¡Créanme, morir no es un juego de niños! Ustedes y yo nos encontraremos en esa solemne situación antes de que nos demos cuenta, y entonces necesitaremos un poderoso consuelo. Nada en la tierra me da tanto cimiento en la fe, como visitar a miembros de esta iglesia cuando están en el umbral de la muerte. Es muy triste ver cómo se consumen o cómo los tortura el dolor; sin embargo, el principal efecto que se produce en el visitante es más bien alegre que triste.

Esta semana he visto a una hermana muy conocida por muchos de ustedes, que sufre de cáncer en la cara, y puede, muy probablemente, estar muy pronto con su Señor. Es una aflicción terrible, y uno no sabe qué puede implicar todavía; pero esa paciente llena de gracia, ni murmura ni siente temor. Nadie en este lugar, aunque goce de perfecta salud, podría estar más calmado, más tranquilo, que nuestra hermana. Ella me dijo con plena confianza, que viva o muerta ella le pertenece al Señor, y que tenía radiantes anhelos de estar para siempre con el Señor. Lo poco que podía decir con su voz era complementado con toda la abundancia que expresaba con sus ojos, y con todo su comportamiento. Allí no había ni excitación, ni fanatismo, ni acción alguna de medicinas en el cerebro; lo que había era una quieta esperanza del gozo eterno, dulcemente razonable y segura.

Hermanos, no es difícil salir de este mundo cuando descansamos en ese viejo y seguro Evangelio que les he predicado durante todos estos años. Personalmente, yo puedo ya sea vivir o morir en estas eternas verdades que les he proclamado; y esta seguridad me da valentía cuando predico.

No hace mucho tiempo, estaba sentado junto a un hermano que se acercaba a su fin. Yo le pregunté: «¿No tienes miedo a la muerte?» Él me respondió con alegría: «Me avergonzaría de mí mismo si lo tuviera, después de todo lo que he aprendido de tus labios acerca del Evangelio glorioso durante todos estos años. Es un gozo partir y estar con Cristo, lo que es mucho mejor.» Ahora, si este volumen inspirado, con todo su maravilloso registro de las palabras de Dios, nos ayuda en las pruebas de la vida, nos dirige en nuestro diario caminar, y nos capacita para sortear la última gran tormenta, ciertamente es precioso más allá de toda descripción, «Como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces.»

III. Ahora, en tercer lugar, ¿QUÉ EXIGEN ESTAS PALABRAS DEL SEÑOR?

Las exigencias de estas palabras son muchas. Primero, merecen ser estudiadas. Amados, ¿puedo suplicarles que escudriñen constantemente la Escritura inspirada? Tú dices: ¡Aquí tengo la última novela que ha salido! ¿Qué debo hacer con ella? Tírala al piso. ¡Aquí tengo otra pieza de ficción que se ha vuelto sumamente popular! ¿Qué haré con ella? Hazla a un lado o déjala caer entre las barras de la parrilla. Este sagrado volumen es la más reciente de las novelas. Para algunos de ustedes será un libro enteramente nuevo.

Nosotros contamos con un grupo que suministra Biblias a lectores, pero necesitamos en gran medida lectores de la Biblia. Lamento que inclusive entre algunas personas que llevan el nombre de cristianos, la Santa Escritura es el libro menos leído de sus bibliotecas. Alguien preguntó acerca de un predicador, el otro día, «¿Cómo mantiene su congregación? ¿Le da siempre a la gente algo nuevo?» «Sí,» le respondió otro, «él les da el Evangelio; y en estos días, eso es lo más nuevo que ha salido.» Ciertamente así es; el viejo, viejo Evangelio es algo nuevo siempre. La doctrina moderna es únicamente nueva de nombre; no es nada, después de todo, sino una mezcla confusa de rancias herejías y de especulaciones enmohecidas.

Si el Señor ha registrado Sus palabras en un Libro, escudriñen sus páginas con un corazón creyente. Si no lo aceptan como la palabra inspirada de Dios, no puedo invitarlos a prestarle una atención particular; pero si lo consideran como el Libro de Dios, los exhorto, así como voy a encontrarlos en el trono de juicio de Cristo, para que estudien la Biblia diariamente. No traten al Eterno Dios sin el debido respeto, sino que más bien deléitense en Su Palabra.

¿La leen? Entonces crean en ella. ¡Oh, anhelen creer intensamente en cada palabra que Dios ha hablado! No la consideren como un credo muerto, sino dejen que los sostenga con su mano todopoderosa. No sostengan ninguna controversia con alguna de las palabras del Señor. Crean sin ninguna mezcla de duda. Al hermano del famoso Unitario, el doctor Priestly, se le permitió predicar en lugar de su hermano, en su capilla de Birmingham; pero se le solicitó que no eligiera ningún tema controversial. Él obedeció al pie de la letra sus instrucciones, pero fue rebelde contra su espíritu, viendo que adoptó por su texto: «E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne.»

Ciertamente no hay ninguna controversia entre los hombres espirituales en relación a la gloriosa verdad de la encarnación de nuestro Señor Jesús. Así también, todas las palabras del Señor están fuera de la región de debate: para nosotros son certezas absolutas. Mientras una doctrina no se convierta en certeza absoluta para un hombre, nunca podrá conocer su dulzura: la verdad tiene poca influencia en el alma mientras no sea creída con plenitud.

A continuación, obedezcan al Libro. Háganlo con libertad, háganlo de todo corazón, háganlo constantemente. No se aparten del mandamiento de Dios. ¡Que el Señor los haga perfectos en toda buena obra, para hacer Su voluntad! «Haced todo lo que os dijere.» Ustedes que son inconversos, obedezcan la palabra del Evangelio: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo.» El arrepentimiento y la fe son a la vez los mandamientos y los dones de Dios; no los descuides.

Además, estas palabras de Dios deben ser preservadas. No renuncien a una sola línea de la revelación de Dios. Tal vez no sepan la particular importancia del texto asediado, pero no les corresponde a ustedes valorar el valor proporcional de las palabras de Dios: si el Señor ha hablado, estén preparados a morir por lo que Él ha dicho. A menudo me he preguntado si, de acuerdo a los conceptos de algunas personas, hay alguna verdad por la que vale la pena que un hombre muera en la hoguera. Yo diría que no; pues no estamos seguros de nada, de acuerdo a los conceptos modernos. ¿Valdría la pena morir por una doctrina que puede ser mentira la siguiente semana? Los descubrimientos recientes pueden mostrar que hemos sido víctimas de una opinión anticuada: ¿No sería mejor que esperáramos para ver qué pasa? Sería una desgracia morir en la hoguera demasiado pronto, o quedar preso por un dogma que, en pocos años, será reemplazado.

Hermanos, no podemos soportar esta teología voluble. ¡Que Dios nos envíe una raza de hombres que tenga firmeza! Hombres que crean en algo, y que estén dispuestos a morir por sus creencias. Este Libro merece el sacrificio de todo nuestro ser, para mantener cada una de sus líneas.

Creyendo y defendiendo la Palabra de Dios, entonces proclamémosla. Salgan esta tarde, en este primer domingo de verano, y prediquen en la calle las palabras de vida. Vayan a alguna reunión en alguna casa, o a un taller, o algún albergue, y declaren las palabras divinas. «La verdad es poderosa y prevalecerá,» afirman: pero no prevalecerá si no se da conocer. La propia Biblia no obra maravillas a menos que sus verdades sean publicadas por doquier. Prediquen entre los paganos que el Señor reina desde el madero. Prediquen en medio de las multitudes que el Hijo de Dios ha venido para salvar a los perdidos, y que cualquiera que crea en Él tendrá vida eterna. Hagan saber a todos los hombres que «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.» Esto no se llevó a cabo en un rincón: no lo guarden como un secreto. Vayan ustedes por todo el mundo, y prediquen el Evangelio a toda criatura; y ¡que el Señor los bendiga! Amén.

Porciones de la Escritura leídas antes del sermón: Salmo 12 y Salmo 119: 137-152.

Fuente: www.spurgeon.com.mx