No puedo perdonar a mi hermano drogadicto.

Soy una muchacha cumplidora de mi deber y muy apegada a mi familia, pero mi hermano está destrozando la paz en el hogar. Le gusta tomar mucho y cuando está ebrio se comporta como una bestia indomable, maltratando a todo el que encuentra a su paso. Una noche tiró a mi madre contra la pared y luego casi se corta las venas. Finalmente fue a parar a la cárcel. Creo que nunca podré perdonarle. Ya no lo considero mi hermano. Quisiera sus consejos para restaurar la paz en mi familia.

Respuesta:

Por cierto que es muy triste tener un hermano así en la familia. Es terrible que un muchacho joven esté ya tan habituado a la bebida. Sin embargo, señorita, en su actitud hay demasiado resentimiento y deseos de venganza.

Hay diferencia entre la necesidad de tomar medidas preventivas prácticas y el resentimiento o actitud de venganza que noto en su carta. Jesucristo dijo en San Mateo capítulo 5:

“Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, orad por los que os ultrajan y os persiguen.”

El resentimiento hacia su hermano le está carcomiendo el corazón y ha quitado la paz de su vida. Jesucristo nos exhorta a amar a quienes nos ultrajan, y para esto es necesario quitar todo el odio y resentimiento del corazón para entonces llenarlo de amor.

Y ¿cómo se limpia el corazón del odio, el resentimiento y la venganza? En primer lugar, la Biblia dice que tenemos que perdonar, así como Dios nos perdona a nosotros. San Pedro le preguntó un día a Jesús: “Señor: ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete veces?” Jesús le respondió: “No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (San Mateo capítulo 18).

Dios quiere que usted ame y perdone a su hermano. Por cierto que él se ha portado muy mal, pero parte de la solución radica en el perdón de su parte. Imagínese si Dios fuera vengativo con usted y conmigo. ¡Cuántas veces desobedecemos a Dios y le ofendemos! Sin embargo, Dios siempre está dispuesto a perdonarnos porque El es amor, y además espera que nosotros también aprendamos a perdonar.

En segundo lugar, tenga en cuenta que el bien tiene mucho poder sobre el mal. En el libro de Romanos capítulo 12 leemos lo siguiente:

“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque está escrito: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No te dejes vencer de lo malo, sino vence con el bien el mal.”

En tercer lugar, hable sinceramente con su hermano. Quizá usted debiera reunir a toda la familia y juntos tratar de comprender el proceder de su hermano. El necesita saber que todos ustedes le aman y están interesados en su bienestar. Si él rehusara escuchar y continuara comportándose de esa manera, entonces su padre debería hablar seriamente con él, y tal vez hasta debiera pedirle que deje el hogar, porque esa violencia no puede continuar.

Por último, la única forma de poner en práctica todos estos consejos radica en que usted tenga a Jesucristo en su corazón. Cuando ponga su vida en las manos de Cristo, El va a llenar todo su ser con amor. Jesús dijo en San Juan capítulo 14:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre (Dios) sino por Mí”.

Usted, señorita, así como toda su familia, deben recibir a Cristo en su corazón por la fe. Luego hablen con su hermano y explíquenle que la única manera de librarse del yugo del alcoholismo y convertirse en una persona nueva y rebosante de amor, es por medio de Jesucristo, quien está dispuesto a restaurar nuestras vidas. Con Cristo en el corazón se puede gozar de un hogar muy feliz.

Luis Palau