Alabanza y Adoración

¿Le doy gloria a Dios o la busco para mi mismo?

cantanteHan pasado alrededor de dos décadas desde que la llamada restauración de la alabanza comenzó aquí en México y su impacto fue sentido alrededor del mundo. La frescura del sonido de la alabanza con estilos musicales nuevos fue una gran herramienta para enseñar a la gente a adorar a Dios con pasión y alegría, para algunos fue motivo de escándalo, para otros una forma innovadora de expresar alabanza y adoración a través de música nunca usada antes por las iglesias cristianas.

Hoy en día resulta obvio llegar a la conclusión que el mover de la alabanza que comenzó a finales de los 80´s y principio de los 90´s fue un mover genuino de parte de Dios; para este mover Dios usó personas que se atrevieron a ser diferentes en todos los sentidos, no solo al tocar “música no permitida” por la mayoría de las iglesias de aquel tiempo, sino también como buscadores del rostro de Dios, con actitudes humildes de servicio, que no tenían problemas de compartir lo que Dios les estaba dando con alguien más, de hecho fue de esta manera que este mover de alabanza llegó a tener un crecimiento considerable. Al pasar del tiempo se organizaron congresos, se escribieron libros, se levantaron escuelas donde se enseñaba acerca del ministerio de alabanza, donde se trataba de seguir con la línea propuesta al principio de servir a Dios a través de la música y erradicar las fallas y abusos de quienes entendían mal el ministerio de alabanza y adoración; la pregunta es, si ha habido décadas de enseñanza ¿Por qué sigue pasando lo que se dijo que no se debía de hacer?

Hoy en día la música cristiana se ha vuelto una industria debido a la gran demanda que ha dado como resultado el mover de Dios en estos últimos años. Hay música cristiana para todos los gustos y necesidades, los ministerios abundan y en las iglesias el ministerio de alabanza, si me permiten expresarlo así, es uno de los más populares. Lamentablemente el modelo de adorador, levita, salmista, ministro de alabanza o como se le quiera llamar, ha sido en muchos casos olvidado o sólo usado como una etiqueta para poder obtener un puesto en una congregación.

Es común saber de músicos cristianos que actúan como artistas, no en el buen sentido de expresar su arte, sino bajo el significado que el mundo da, es decir, con una actitud de soberbia, de rebeldía, de vanidad, como sintiendo que todos les deben servir. Por ejemplo, hace poco en una ministracion del CCMAA, uno de nuestros profesores, que es de los que más viajan ministrando, nos contaba acerca de una cantante cristiana con la que coincidieron alguna vez. Ella ha participado en congresos de alabanza y jóvenes más importantes a lo largo de Latinoamérica, sus grabaciones han sido con algunas de las disqueras cristianas más importantes a nivel internacional y ha compartido plataforma con algunos de los ministerios de alabanza más reconocidos; pues bien, nuestro profesor nos contó como él fue testigo de que desde el momento que bajo del avión, ella se mostró sorprendida ¡porque no llego un club de fans a recibirla “como se merece”! Aunque es latina y domina perfectamente el español, todo el tiempo que estuvo esa ocasión en la ciudad de México se la paso hablando en ingles y con traductor probablemente sin considerar a las personas que la habían invitado y sin darles la atención de servicio que como parte del cuerpo de Cristo se merecen, a la hora de la comida el representante de ésta cantante preguntaba extrañado al hermano que les extendió la invitación “estamos acostumbrados a que siempre que estamos comiendo en algún lugar tenemos que estar diciéndole a la gente que no la molesten pidiendo autógrafos ¿Por qué aquí no pasa eso? ¿Sí hicieron buena publicidad? ¿El evento al que nos invitaron es serio, es de verdad importante? Porque ella está acostumbrada a estar en los mejores lugares y me preocupa su imagen, ¡ella es una estrella!” sobra decir que la actitud de la cantante y de sus acompañantes dista mucho de aquello que alguna vez se nos enseño qué consistía el ministerio de alabanza y adoración, la actitud de servicio, la sencillez, la humildad, enfocarse en Jesús como el único a quien se le dirige la alabanza. Es obvio que la Biblia manda a ser buenos hospedadores ¿pero ese mandamiento implica llegar al tal extremo de veneración a los cantantes cristianos al grado de ponerlos al nivel de las estrellas de la música secular?

En otra ocasión, un alumno proveniente del norte del país nos contaba de cierto cantante de alabanza que fue invitado a su congregación, que es una de las más grandes de la ciudad, por motivo de un congreso de jóvenes. Este cantante desde el primer momento, con cierto aire de exigencia, que en determinado momento se entiende, puso especial énfasis en la cantidad de su “ofrenda de amor” que consistía en 800 dólares, (por cierto, dólares americanos en México donde usamos el peso) a lo que el pastor asintió como algo justo por su participación. Este cantante estuvo participando dirigiendo la alabanza y dando algunas conferencias durante un par de días del congreso, pero en cada oportunidad que veía al pastor o alguno de sus ayudantes insistía, de manera hasta agresiva en ocasiones, en su ofrenda, que por cierto había sido acordado que se la iban a dar al final; su insistencia llego a tal molestia de parte del pastor que al finalizar el evento, le dijo: “desde un principio Dios puso en mi corazón darte mucho más de la ofrenda de 800 dólares que pediste, pero al ver tu actitud tan mezquina y miserable ¡solo te voy a dar lo que pediste y nunca te voy a volver a invitar!”

El anecdotario podría seguir y seguir con historias de este tipo donde la altivez, la soberbia, el deseo por el dinero por encima de servir a Dios, el venderse como productos de consumo musical, abundan y abundan. Naturalmente, por razones éticas, no digo de quienes hablo en los ejemplos anteriores porque la idea no es desprestigiarlos sino aprender de sus errores, la pregunta sigue ¿Por qué sigue pasando?

Lo más lamentable de esto es que no tenemos que ser pastores, organizadores de congresos o convivir con las “grandes estrellas” de la música cristiana. También lo podemos ver en nuestras iglesias. El jovencito que se niega a bajar el volumen de su instrumento, el guitarrista que siempre quiere “adornar” la canción con solos y lo único que hace es ensuciarla, la cantante del grupo de alabanza que quiere que su micrófono se escuche más que el de los demás, el pianista que cree que es el único que puede ministrar durante las oraciones, el músico que actúa como dueño de la plataforma, el líder de alabanza que se cree infalible y se niega a ser enseñado aun cuando frente a él tiene a alguien con mayor experiencia y capacidad musical, el grupo de alabanza que es invitado a otra iglesia y creen que tienen que competir con los músicos locales y tratan de mostrar su “virtuosismo”, que al estar sentados mientras los otros tocan, en vez de adorar toman una actitud de jueces calificadores de programa barato de televisión, etc. también esta lista es muy larga. ¿Por qué sigue pasando?

Hemos tenido años de enseñanza en cuanto al ministerio de alabanza, sabemos que somos que somos levitas que llevan la gloria de Dios sobre sus hombros, salmistas que componemos para Dios, ministros de alabanza que sirven a la iglesia y no a sí mismos, músicos que han sido bendecidos con este hermoso talento de tocar un instrumento para la gloria de Dios ¿de dónde pues sacamos que tenemos derecho a comportarnos como tal soberbia apropiándonos de la gloria de Dios? ¿Cómo fue que comenzamos a vender nuestros servicios? ¿En qué momento se nos metió en la cabeza que nuestra presencia en la plataforma es más importante que la misma Presencia de Dios? ¿Cuál es la razón para ponernos necios que tenemos la razón cuando nos piden hacer las cosas de otro modo? ¿Por qué si entre los músicos profesionales “mundanos” puede existir humildad en el trato unos con otros entre los cristianos no?

Alguien podría decirme “es que estoy en un proceso hermano, Dios está trabajando en mi vida” Esto de los “procesos” me parece bastante engañoso; del latín processus la palabra refiere “Acción de ir hacia adelante” pero concretamente ¿Dónde es adelante y en cuanto tiempo se llega? La palabra misma da a entender un lugar y un tiempo indefinido, es precisamente esta razón por la que creo que queda en una mera excusa para quienes usan esta frase. De hecho, creo que la Biblia no habla de procesos en sí (al menos puse el buscador en mi Biblia digital y no lo encontré) lo que yo encuentro muy frecuentemente en la Palabra de Dios es la palabra CRECIMIENTO.

No es necesario hacer un tratado científico de las fases biológicas del crecimiento en los seres humanos o de algún elemento de la creación de Dios. Todos estamos familiarizados con el crecimiento, de hecho ¡todos crecemos! Bueno…algunos no mucho en estatura, pero en otros aspectos del cuerpo sí ja, ja, ja. Regresemos al tema; el crecimiento se nota y tiene plazos; la capacidad de sostener la cabeza del bebé por sí mismos, los primeros dientes, la primera palabra los primeros pasos, la entrada a la escuela, la primera menstruación en la mujeres, el bigote en los hombres, ¡en fin! El crecimiento deja huellas que todos pueden seguir, si la mamá no ve esas huellas en su niñ@ corre a comprar vitaminas, si es muy preocupona lo llevará al pediatra para que lo revise milimétricamente de pies a cabeza para averiguar que está mal, el papá será cómplice de las preocupaciones maternas y tendrá una regla en casa para medir mensualmente la estatura de su hijo. Crecimiento y tiempos, madurez y capacidad, ir de menos a más, esto es un desarrollo, no un proceso indefinido, ¿hace cuanto que no te paras en la regla de Papá Dios por tu propia cuenta para verificar si estas creciendo bien? Esos enojos y berrinches en el grupo de alabanza dicen algo, ¿no crees? Podríamos caer en el vulgar y demoniaco juego del chisme al criticar a estos hermanitos que se creen estrellas, pero la idea no es esa, ¡sé que al leer esto has estado pensando en alguien más! Tal vez tu dedo acusador señala a alguien, pero te recuerdo que tres dedos más te señalan a ti, dejemos de pensar en otros, examinémonos a nosotros mismos:

1. ¿Cuánto tiempo llevamos en el ministerio?

2. ¿Qué debería de estar haciendo en este momento que en realidad no hago?

3. ¿Las pasiones de la carne me dominan o la paz de Dios hace que nuestro trato con los demás sea elegante y dulce?

4. ¿Le doy gloria a Dios o la busco para mi mismo?

5. Las otras 96 preguntas de esta lista háztelas de acuerdo a lo que Dios te está hablando en este momento.

Si encuentras algo malo, haz lo que mamá haría ¡corre por una bueno dotación de vitaminas O y B! es decir mucha Oración y mucha Biblia, ve a la regla de Papá Dios, busca la estatura del varón perfecto: Cristo. Deja de lado ese proceso indefinido de una vez por todas y busca tener un crecimiento real. Dale una respuesta a mi pregunta ¿Por qué sigue pasando? Con un ¡A mí no me pasará más! Es tiempo de que las buenas semillas que Dios ha sembrado en nosotros con congresos, libros, enseñanzas, ejemplos hombres de Dios que abren el cielo con sus canciones, comiencen a dar fruto en nosotros, la generación que sigue, la generación que alguna vez los que nos precedieron pusieron tanta esperanza en nosotros, que alcanzaríamos lo que ellos no podrían, ¡ah! ¡Solo de recordarlo me motiva! ¿Dios te está hablando a ti también? Deja de correr tras el “éxito” y corre tras la gloria de Dios, deja de buscar tus 15 minutos de fama y busca la Eternidad del cielo en los cultos que diriges en tu iglesia o célula, no busques tener la razón en una discusión, mejor busca agradar a Dios y bendecir a tu hermano, olvídate de la recompensa de los hombres y codicia los tesoros del cielo, en especial el más grande: la Gloria de Dios manifiesta en donde quiera que cantes o toques.

¿Vas a permitir que siga pasando o tú serás diferente?

Fuente: ccmaa.com.mx

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Ingrid San Martin

Ingrid San Martin

Editora general de la red PoderyGloria.